Microcuento – Docentes

Allá entre griegos

Autor: Germán Jácome Vásquez

Amor mío: veinte años hace que la orilla del lecho está fría. Veinte años hace que mi corazón se escuda tras este maltrecho lienzo esperando a vos. Veinte años al fruto de nuestro amor no le viste crecer, al punto que le creció la barba para remolcarte de Poseidón a mis brazos. Veinte años, Eumeo te esperó con los ojos brillando al horizonte y hoy alegre y triste bajó al Hades. Y tú, ¿qué puta hiciste en esos veinte años de ausencia?

ANFIBIA…

Autora: Patricia Llanas

Corría con su cuerpo desnudo chapoteando el lodazal del camino. “¡Vuelve, Alicia, vuelve!”. Gritaba Mario, desesperado por la imposibilidad de igualar los brincos y carreras exageradas de la bella mujer. Llegó al borde de la charca y saltó, hundiéndose en el líquido fangoso. La luna llena iluminaba el lugar con su aura mágica; caídas las doce de la noche, un croar de centenares de ranas, reventó en estrépitos el lugar. La piel reverdecida, las ancas por piernas, nuevamente anfibia, se había revertido el desencanto. 

Apariencias

Autor: Ordoñez B. 

Cada día que Esperanza se levanta realiza las mismas actividades, día tras día. Esperanza es docente y si la ves por la calle pensarías que es una mujer triste debido a su apariencia, pero quien la conoce en su trabajo pensaría que es la mujer más dichosa del mundo. 

En su trabajo jamás la ven de mal humor o seria, dice que es por el calor y amor que le brindan sus estudiantes, en la escuela Esperanza encontró la familia que nunca pudo tener ya que ella fue huérfana y brinda el cariñe que siempre deseó que le dieran de niña. 

Calor derretido

Autor: Yosbel López

El cambio de color en mis mejillas no era consecuencia del sol playero. Súbitamente se acercó bajo las aguas saladas hasta mi dorso húmedo y desnudo. No atiné a nada; ya su piel miel saboreaba mi inerte blancura. Noche y día queriendo ser madrugada, y yo ausente de mi realidad. Su fina mano seca el sudor frío de mi espalda y se deja caer hasta lo que ocultaba el agua. Entre la sal y su dulce deseo mi otro yo se oculta. Lo anima hasta que su sopor cae en vívida postura; solo sentí el éxtasis de un calor derretido. 

CAMINO

Autor: Diego Romero

Después de tanto sufrimiento, decidió seguir la luz. 

Como una Plaga

Autor: Leandro Amaya

Ven, acércate, ¡no te voy a hacer daño!

Ven, acércate, ¡No tengas miedo!

Ven, acércate. Me ves escuálido y parte de mi cuerpo se encuentra cercenado. Tal vez, de madrugada ya no este aquí, pero mi espíritu fulgurará ¡Viva la Patria!

Cualquier información por inbox

Autor: Germán rivera

Quiso encontrarme, seguramente hace tiempo me buscaba, preguntaba por mí, escribía mi nombre, se rodeaba de ansiedad y locura, como si me buscase por las calles o por los callejones, de pronto entendió mi acertijo, un click, vio mi foto, me reconoció, era como si en otra vida hubiésemos hecho lo mismo. Un click y le permití la entrada, mi familia, mi cumpleaños, mis amigos, mi casa, todo al alcance de un click, mi Facebook. Me seguirán buscando. ¿Me seguirán buscando?, aquí encerrado como extraño mi Facebook.

CUENCA

Autor: Miguel Pérez

Sentía que no podría: eran 7 días de camino, un tobogán sin fin del “qué hago ahora” en su enorme cabeza rota. Vio montañas, asfalto, lágrimas ajenas y sueños desvanecidos en los puestos aledaños. Llegó el día que no soñó, tocó tierra ajena, alzó la vista ciega de incertidumbre, pero sintió el abrazo frio más cálido que jamás nadie la había dado. La ciudad, aunque ocupada en sus fiestas, lo miraba como si lo entendiera sin nunca haberlo visto. 4 años después entendió que era el sitio donde debió haber llegado siempre. 

Culpable

Autora: Claudia Cabrera

—Culpable — Dictaminó el juez. 

La palabra viajó – se incrustó en los huesos. Se congelaron sus lágrimas.  Recordó que había visto cómo las hormigas se llevaron al niño con cola de cerdo; y sobrevivido al desvanecimiento de Comala; para luego, llegar a Juárez y fotografiar cadáveres de prostitutas. 

Se arrancó los ojos. 

Sintió como aprisionaron sus muñecas. Camino al hospital comprendió que no debió robar al niño, ni profanar el cementerio y mucho menos invadir la escena del crimen. 

DESENCUENTRO

Autora: Vanessa Paladines

Llegaste para ayudarme a empacar, nunca imaginaste que mi equipaje era ligero y yo estaba ya en otro vagón. 

Egolatría

Autor: Fabián SanMartín 

¿¡Él, ella, ello!?, el todo y las partes. 

Dismórfico, andrógino, replicante. Simplemente: “Magister Predicatorum”. 

Cuarenta noches en su desierto claustrofóbico, en penumbra, entre humo y ceniza; ayuno y abstinencia. 

Su destino, resucitar y continuar la línea: Krishna, Buda, Zoroastro, Moisés, Jesucristo, Muhammad, Bahá’u’lláh…  Pero sus días de fabulador, de vendedor de utopías, no han iniciado.

Será otro tiempo; será otro espacio, el que merezca su inmolación.  …Y sin más, decidió desconectarse de la simulación algorítmica, la singularidad que sus discípulos llaman ingenuamente “realidad 3D”.  Estaba listo para caer en tentación.  ¡Es mejor arder un instante que apagarse una eternidad! 

El Bucle de la PLAZA DEL ARTE (True)

Autor: Juan Fernando Bermeo

(while) La billetera es robada del bolso al estar sentado en La Plaza del Arte. La tarjeta de débito se salva, está en otro bolsillo. Sacar la nueva cédula cuesta 16$. No se puede acceder al dinero porque la tarjeta está caducada. La renovación es gratis, pero piden una copia de la cédula. La alternativa es presentar un certificado de ciudadanía de la web del Registro Civil. Se puede imprimir en cualquier cibercafé, pero cuesta 5$ y se paga únicamente con tarjeta. Solamente queda llorar o robar al estar sentado en La Plaza del Arte. (end while)

El mar y la luna roja

Autor: Diego Rodríguez

Cada cien años el mar enfurece. Desbordan sus olas furia y melancolía. 

Milenios atrás cuando el mar estaba joven y tranquilo vio reflejado en sus aguas a una luna distinta a todas, deslumbraba un rojo carmesí que lo dejó contemplándola, se atrevió a preguntarle donde se había ocultado este tiempo, ella respondió con cautela -“he posado sobre tus aguas siempre, pero no lo has notado, te he lanzado mis mejores brillos y jamás me miraste, ahora que encontré en el sol un refugio pude llamar tu atención” 

El mar al darse cuenta enfureció de repente y en la fría noche del Atlántico el mar vomitó sus celos, su rabia, su melancolía. 

El azul más azul

Autora: Ruiz Sonia 

Después de horas de caminata, encontró el sitio y ahí estaba él y su mata de rizos azules. Pronunció el conjuro de los curanderos y escupió maldiciones. Con el ímpetu de su tribu, quebró en tajos al gigante. Recogió un mechón de pelo azul. Y se alejó de aquel sitio maldito. No supo después de cuántas horas cruzó el umbral de su choza. Ella estaba inconsciente sobre la estera. No le sorprendió lo que encontró en su puño cerrado: un rizo de un azul intenso. Una parte de quien la había consumido hasta la locura. 

El crecer 

Autora: Diana Pesántez

Como si no hubiera sido suficiente, nadie le había explicado en qué consistía el hecho de “crecer”. No conocía, más que en silabas lo que era la palabra amor. Solo después entendió, que ya lo había descubierto, con aquel amigo de la niñez, con el que hizo juramentos de amor. Solo después de 10 años se volvieron a encontrar, entendiendo que crecer también consistía en sentir celos, deseos y un mundo lleno de prejuicios sociales; ahí se perdieron en la separación. Ahora, cada quien por su lado busca las maneras de encontrarse, así estén con otros cuerpos, con otros deseos. 

 El último sueño

Autor: René Torres 

Abro y cierro los ojos, a lo lejos veo una luz que se oscurece. Escaleras, camino, desciendo, un peldaño, dos, tres, ¿A dónde me dirijo? No lo sé. Mi visión se nubla, no puedo ver, sin embargo, sigo bajando. De repente tengo un recuerdo y retrocedo, otra vez continúo. Uno, dos, tres, ya perdí la cuenta, entonces veo la puerta. 

FIN 

ESPACIOS DE ENSUEÑO

Autora: Lorena Sigüenza 

Lo miro desde lejos, entre materias, clases e investigación; estoy deseosa por tenerlo, pasar las páginas, percibir el olor de los grafemas, jugueteando entre palabras, construcción de textos, compresibles mensajes; filigrana del saber. Variedad de diseños, hermosas portadas, multicolor, destellos brillantes, albor de ilusión. 

Me llama, no vacilaré. Crearé espacios mágicos, tiempos de valor; los hay de aventuras, misterio, ciencia ficción, piratas, romance, poesía, relatos de otros tiempos, contemporáneos y muchos más. De Hojas paginadas de tibio papel y electrónicos. 

Encuentro escritos de Allende, Neruda, Cárdenas, Montalvo, Icaza… ¡A elegir, es tiempo de leer! 

Fusión

Autor: Navarro K.

El hombre la deja huir. Pensaba: ¿Acaso es la misma criatura alada de la que había escuchado? Con mucha tristeza, le suplica en silencio que vuelva, que le muestre su mundo. 

Luego de un tiempo, sin esperarlo, el ave regresa. 

Él la guarda rápidamente en su pecho; ahora, puede sentir lo que ella, ver lo que ella. Jamás había percibido tantas sensaciones, texturas, colores; con sólo una imagen de un fruto rojo, salivaba. Con las pupilas dilatadas y su piel erizada, el éxtasis se había hecho presente. Quedó pasmado, con un deleite inimaginable. 

Así era aquel mundo. 

GÉNESIS INVERSO

Autora: Bernardita Vinueza

Cada vez que la luz se desvanece inicia la lucha con la oscuridad, vencer la tentación del miedo para conciliar el sueño, perderse en pensamientos para provocar alguna ilusión que conectara al corazón un nuevo latido. Así vivo, vive, vives, vivimos, desde que el verbo cobró conciencia y se conjugó en todos los tiempos, generando una extraña certeza de la cercanía de la muerte. 

¡Cómo imaginar que al final lo que quedó fue el verbo y deshabitó la tierra! subsistiendo como testigo, no la serpiente, sino un murciélago… 

Redes antisociales

Autora: Iliana Guamán

– Ya sé, me volveré un temerario. A fin de cuentas ya todos lo saben.

– ¿Lo saben?

Su vista clavada en el piso lejos estaba muy lejos de parecer a la de un hombre temerario, tenía inyectado sentimientos de impotencia e inseguridad.

– Papá, alguien nos grabó, el video entre Fred y yo circula en las redes sociales y en este momento somos objeto no solo de descrédito e insultos, sino que hasta hay comentarios en los que nos piden que nos quitemos la vida.

– ¿Y qué video es ese?

– Un beso papá, fue solo un beso.

Ilusión fatal

Autora: Ericka Tobar

Envoltura y lazo perfecto para un corazón remendado, suspiros y esperanza lo perfumaban, listo para su entrega. Cómo explicarle que su futuro verdugo era un coleccionista de ellos. 

Incertidumbre

Autor: Barbecho M.

Entre la pizarra y el borrador, me he dormido yo; más luego me despierto con un cubrebocas de algodón. ¿Dónde están ahora los niños, me he perdido yo?, sólo sus manos aparecen con espuma y jabón, sus padres a su lado con chisguetes de alcohol. Una pantalla iluminada acompaña mi labor, comienzo a departir palabras, a un grupo sin color: siguen ahí, me ven, me escuchan, sigo sola sin razón. De pronto a lo lejos, exclaman una oración: Profe no se escucha su micrófono está sin conexión, mi rostro manifiesta una mueca de emoción, chicos, la clase ya empezó.

Intuición

Autora: Daniela Arciniegas   

Ella insistió en recibir los santos óleos. Sin fuerzas regresó a casa. 

El lunes pidió que le ayuden a bajar al jardín para conversar con su anturio, besó su  espádice y se despidió de él.  Llegamos con las palanquetas que se le antojaban. Nos recibió contenta. Abrazó a sus  bisnietas y les heredó, verbalmente, sus joyas. 

Yo le decía que aún estaría presente. 

Me mostró sus manos, sus uñas estaban pintadas. 

—Estoy lista —me dijo. 

Al día siguiente llegó al cielo con las uñas pintadas y las palanquetas en su estómago. 

Solo me quedó la evidencia de su intuición. 

LA SIMETRÍA CUÁNTICA

Autor: Leonardo López  

Sobre la hierba fosca yace una muchacha. Supino su cuerpo, los ojos bien clavados en la noche profunda y basculante que se teje allá, arriba, donde sus manos no alcanzan. 

¿Qué observa la muchacha? 

Una figura entre las estrellas:  * *

*

*

La noche de Piña

Autora: Karen Valverde

Todos la conocen como Piña, desde sus inicios en el balompié Ecuatoriano defendiendo la camiseta de Rocafuerte. La llaman así por su peinado recogido hacia arriba y en lo alto sus alborotados rizos forman una corona. La final había llegado y ella brillaría como la arena en el sol de Las Palmas. El camerino era una fiesta, al ritmo de salsa choke. Bromas, masajes, fotos, cheque choco. El Alejandro Serrano Aguilar estaba colmado de aficionados. Cuando entró en la cancha los reflectores iluminaron su cabello que se lo había teñido de verde y amarillo, aquella era su gran noche. 

LA PARRANDA

Autor: Andrés Ojeda

En una de esas parrandas eternas del pueblo abecedario, se encontraba la “i” y la “y” vociferando quien era más “i”, la “p”, la “q”, y la “r”…se hicieron un grupito y reventaban a carcajadas, la “m” que ya no sabía si era “w” gritaba “a bailaarr… bailar que el mundo se va acabar”, al final la fornicación se desato, “u” y “e” despotricados en el balcón, hacían de las suyas, en el baño “j” y “g” sumidos en suspiros desgarradores y como para enloquecer hasta el contubernio de género entre las “L” y las “R” se desató.

Lapsus

Autor: Damián Auquilla

Desde el otro lado de la pantalla sé que me observan cuidadosos y analizan cada parte del recuadro que enfoca mi habitación. Giro mi rostro para descartar: las huidizas sombras que corretean, los papeles arrugados flotando, una que otra malvada risa en el extremo. A lo mejor era un murmullo o talvez un hondo respiro que se disipa en el monitor. Soy yo quien habla y detesto tanto escucharme a mí mismo. Cuando regreso, escucho “Profe, profe…”. Abro la puerta para que salgan corriendo y no me distraigan. El eco de mi voz retumba y ahí vienen otra vez. 

LAS BRUJAS NO AMAN

Autora: Fernanda Muñoz

– ¿Acaso el amor es un artificio infundado en el imaginario de los cansinos profetas e inquisidores? –Simona recordaba esas palabras, mientras retumbaban en su celda los gritos de las mujeres de su clan, quienes habían consolidado un siniestro holocausto lleno de histrionismos y decadencias.

Cada hora repetía su decálogo: –Las brujas no aman, solo utilizan sus artimañas para seducir a los incautos seres que osan entrar en sus dominios. Las brujas no aman, solo utilizan artilugios para refugiarse en seres mezquinos.

Todo en aquel lugar pululaba entre susurros y sonrisas, marcando las memorias con insignificantes ironías.

 Llovía 

Autor: Juan Fernando Auquilla Díaz 

Este soy yo, dijo. Se dirigió hacia la luz amarilla de un farol esquelético; ahí leyó el cuento nuevamente y cerró el libro lentamente. Llovía como ayer, llovía como lloverá mañana. Recordó los parques continuos, los conocía de memoria. La lluvia volvía resbalosa la calle y ya no apresuró el paso; la lluvia corría por su cara, caminó despacio; estoy vivo -dijo-. Siguió hacia la estación del bus… detrás del cristal, de la séptima fila del autobús, apoyó la cabeza, miró por la ventana, ahí estoy (pensó); miró el libro cerrándose, ese soy yo, dijo; la lluvia continuaba. 

Los marginados

Autora: Fernanda Motato

Ellos sabían que, al cruzar el límite, se encontrarían con una multitud de miradas puntiagudas que acechan el andar del forastero, pero suponían que esas miradas no eran tan punzantes como las piedras que se astillan en sus pies casi descalzos.

Los ojos

Autora: Verónica Dávila

Caminaba solo por las calles de la ciudad. Ya casi era hora. “No debí quedarme conversando”, se recriminaba mientras aceleraba el paso. 

—Acortaré camino por aquí —se dijo a sí mismo, y subió las escalinatas que están frente a la universidad. 

Mientras subía le pareció escuchar unos pasos, casi imperceptibles, detrás suyo. Caminando más lento volteó un poco la cabeza y con el rabillo del ojo diviso movimiento en una esquina a la que no llegaba la luz. De repente, en un parpadeo, unos ojos aparecieron en el lugar. No le alcanzó tiempo para gritar, salió corriendo sin mirar atrás. 

LOS RECUERDOS SE DESVANECEN, PERO NO SE OLVIDAN

Autor: Miguel Loja F.

De retorno al laberinto de un triste pasado, donde se archivan miles de recuerdos que aún están latentes en mi mente, sé que estás allí clamando por los tuyos, que por azares del destino, te fuiste sin dejar rastro alguno, quizá ya estaba escrito en el libro de tu destino.Quedamos con una verdadera guerrera, quien no pudo dar grandezas, pero sí lo indispensable para triunfar en esta vida, esa fue eterna y solo me bastaba preguntarle ¿desde cuándo ya no estás conmigo?

Camus en la cena

Autor: Hugo Vilchez 

Lentamente apagó su celular, ya no escuchaba la melodía, el rapeo que pedía a gritos la besaran. Son más de 365 días viendo el cambio de día a la noche y con menos dinero. Camus alardeó de sonreír, la tristeza del vacío lo acompañaba con el gas inoloro que lo invadía. Heredó del otro su filosofía y rectitud. 

Ni hijos ni perros ni nadie. La soledad absoluta como la muerte. Vio de reojo su casa ordenada, la sala donde cómodamente adormitaba, renta pagada, servicios al día. Tomó una hoja y escribió tembloroso: “Camus, como él”. 

MIRADAS

Autora: Diana Pesántez

Y de pronto un tumulto de emociones giraban en torno a aquella vida. No se imaginaba, pero ya no había vuelta atrás, aquel peculiar estado mental, estaba aún más desencajado; en conclusión, no sabía qué hacer. Alguna vez las letras le guiaron, suponía que, por fin con los múltiples y terribles enamoramientos, comprendería el amor; pero solo hasta ese momento, sintió que la vida en realidad era más de lo que su historia le había contado, era el comienzo de un intervalo de miradas que nunca más pararían hasta la expiración de una de las dos. Miradas de mamá. 

No sé por qué

Autor: Sandra León

Me encuentro aquí, al filo del abismo, acompañada de esa soledad que abruma y con la constante y negra muerte; desde aquí, puedo escuchar los latidos rápidos del corazón que se mezclan con el ruido de las bocinas cuando el semáforo se pone en verde. Poco a poco mis pies se deslizan al borde del sexto piso y ahora siento el frío y la ligereza con la que el cuerpo se envuelve en el viento y veo la alegría de la gente que toma café en el bar de la avenida principal; y con esa última imagen encuentro el cemento. 

ORACIÓN CONTESTADA

Autor: Mery Valarezo

Cinco de la tarde del sábado 28 de octubre, el positivo en la prueba estaba frente a mis ojos, y solo pensé “Bienvenido mi pequeño amor”. Los domingos frente al altar, había una constante en mis oraciones: “Que llegara un amor bonito”. Te pedí con mi fuerza al universo. Hoy, tres años después todavía me sigo preguntando ¿Qué hice para merecerte? Nunca te imaginé tan completa, tan perfecta para mí. Te miro y me convenzo que el día que Dios te diseñó pensó en bendecirme. Pienso, siento y concluyo que eres la respuesta a una específica oración.

 Otra noche más…

Autor: Jéssica Melgar

Puedo escuchar como la puerta vieja de mi casa de adobe se abre chirriando, cierro mis ojos, muerdo mi almohada, aprieto con todas mis fuerzas las sábanas blancas, no es suficiente, lloro en silencio. Me acurruco entre cobijas mojadas por pipi. La silueta se acerca, mi pequeño cuerpo tiembla, la piel se me enriza, poco a poco una mano gélida acaricia mi pierna, luego mi pecho hasta llegar a mi boca. Me causa dolor, mi cuerpo emana sudor, muerdo mis labios, estrujo el torso de la silueta sobre mí, las sábanas se tiñen de caoba. Otra noche más…

¡Peluda amistad!

Autora: Teresa Victoria Alvarez Ormeño

Era un día lluvioso en la ciudad de Cuenca, ahí estabas tú, llenando el espacio con tu fina armonía celestial. Llamaste tanto mi atención que terminé invitándote a casa y, desde ahí, compartimos todos los momentos agradables y, los desagradables, tú los haces inolvidables.

¿Quién dijo que la amistad entre diferentes especies no existe?, ¡me abruma esta afirmación!, porque, no pudo disfrutar la entrañable amistad que tienen un ser peludo, jovial e inteligente con una humana apasionada.

¡Amigo! aprendo de ti cada día. Tus enseñanzas de valor e independencia emocional son invaluables. Doy gracias a Dios por ti.

PERDIDOS EN EL ESPACIO

Autora: Dayana Matute 

Había una vez, dos astronautas que no le temían a nada y decidieron conocer la Luna, de repente, en medio de una gran tormenta de asteroides apareció un temible monstruo de mil cabezas y enormes tentáculos que quería devorarlos. 

Huguito perdía el control de la nave… ¡Oh no, chocaremos contra esa roca espacial, sujétate fuerte Jeremy! ¿Había llegado el fin de las aventuras de los hermanos? De pronto, se escuchó una voz; ¡Huguito, despierta, es hora de ir a clases! 

Persistencia

Autor: José Luis Arévalo

Ahí estaba muy puntual todos los días, saludando a los niños que llegaban a sus clases, se le veía tan feliz que nadie se atrevió a decirle que las clases nunca más fueron presenciales.

REGRESO A LAS LETRAS

Autora: Lorena Sigüenza

Dormitada en el tiempo… Pensaba organizar ideas, componer frases hermosas; reales o de ficción; construir culturas en mitos y leyendas; quizá realizar narraciones de tiempos heroicos o entramar escritos literarios; jugar con la rima, coquetear con la métrica; vida plena, alegre carcajada; silenciosos versos blancos, versos libres; escondrijos vocálicos o consonánticos; pasear por los laberintos de cuartetos, terceros; quizá recorrer el mundo de los sonetos, quedarme con los pareados o visitarlos a todos de una vez. 

¡Abrid los ojos, agilitar las mentes; es hora de producir! ¡El tiempo es corto, el tiempo es breve! 

SENTIRSE DESIGUAL

Autora: Cecilia Zhimnay 

Pablito, un niño tímido, mientras sus compañeritos cantaban en el preescolar, se sentía enojado y triste, porque todos coreaban entusiasmados al señor sol y se decía en su interior: – ¡el sol es un astro!, ¡no es una persona!, peor le va a gustar la col… 

Llegaba a casa y llorando consultaba a su mamá por qué solo él no podía cantar tal ridiculez, a lo que su madre dijo: – ¡eres un niño excepcional!, porque vez y sientes las cosas desde la más pura realidad y que él sería guía de sus compañeros para conocer la verdad.

Son tiempos de teletrabajo

Autor: David Ortín Sanz

Maestro hecho al hábito, Julito, el flaco para los amigos o el tiranosaurio para los estudiantes, despegó las pestañas, un poco antes que su señora, y comenzó su rutina: reconocerse en el espejo, afilarse el mínimo bigotito gris suspendido sobre el labio exiguo; tintito humeante en la cocina, y su ritual sobre la mesa: el estibado-decía, espartano. El cuaderno contable de estudiantes enlistados, los lápices de minas puntiagudas, el borrador, la estilográfica- recuerdo taiterno-, el inquisidor esfero rojo.

Y…, en un arrebato de dignidad, aquella artesanía docente matutina, salió, libérrima, lanzada por la ventana.

Titilaba la computadora, indiferente, al fondo.

Sueño

Autora: Carmen Mejía

Ella era feliz viendo sus ojos. Sonreía cada noche y soñaba despierta. ¿Cuántos días permanecería así? De pronto la noche se nubló. La luna ya no asomaba y las estrellas ya no titilaban como antes. Las nubes lloraban y temblaban. Se congelaban esperando el arcoíris. Pero no pasó. Todo lo bonito se oscureció. Y de pronto su sonrisa se opacó y ya no se veían sus ojos resplandecer en aquel sueño que no debió ser. 

Uroboro

Autor: Paúl Zaruma

El coleccionista de pieles de Tokio, el asesino serial de mandil blanco y lentes que no dejaba rastro, descansaba, aún exhausto, en su taller. Al fin, sobre la mesa yacía su más escurridizo trofeo, un criminal aficionado a tatuarse las caras de sus víctimas. Silencioso, con una mueca en su boca, exploraba todos los rostros de tinta con seguridad y descaro: en el pecho, varios niños, una señora, dos viejos. En los brazos, bellas mujeres, en las piernas hombres riendo, en la espalda, rostros llorando. Y más abajo, junto a la puñalada certera, su rostro, mandil y lentes, ya coleccionados.

Yana Yurak

Autora: Ángeles Velecela  

Yana Yurak, el oso de anteojos, vive feliz en el páramo andino, su casa es una cueva entre las raíces de un gran árbol. 

Todas las mañanas recorre su bosque por alimento, prefiere las bromelias, achupallas y frutos silvestres. 

Un día vio un ser que se llevó a su amigo Taruka, el venado. 

Él tuvo mucho miedo y rápido se ocultó, ¿quién era aquel ser tan peligroso que había llegado a su bosque? 

-Es el hombre, dijo una voz. Era un mirlo en alto de una rama. 

– Estamos en peligro, habló nuevamente. 

– ¡Necesitamos ayuda!, ¡pronto! dijo Yana Yurak.