Microcuento – Bachillerato

¿Día de la foto?

Autor: Juliana Larriva

1942. Percibía un olor extraño, como a almendras amargas. Respiró hondo y supo que sería su última vez frente a una cámara.

? Juguemos en el Bosque ?

Autor: David León

Algunos humanos poseen corazón de piedra, es por ello el renacer de Medusa en el siglo XXI, ha pasado el tiempo, y ella sigue cantando – ¡Juguemos en el bosque hasta que el lobo esté, si el lobo aparece enteras nos comerá! ¿Qué estás haciendo lobito? – cantaron las risueñas perdices y la maldecida Medusa. – ¡Shhhh! – Exclamó la densa vegetación. Ignorando el consejo, volvieron a preguntar, y más fuerte – ¿Qué estás haciendo lobito? – un estrepitoso ¡Buaak! Resonó en el vasto bosque. Sin voltear, Medusa preguntó nuevamente, mas un silencio sepulcral la envolvió, entonces con frenesí gritó – ¡Loooooboooooo! –. ¡Shhhh!, exclamó la vegetación.

Confesiones
Autora: Marilyn Mejia

Cuando fui al mar con mi hermana Sara la dejé caer y se ahogó, mi madre lamentó su muerte y pensó que fu un accidente.

Tiempo después tuvo otra hija y le puso el mismo nombre de mi antigua hermana. Un día cuando volvimos al mar mi madre ordenó a Sara que se quedara conmigo, y ella respondió: ¡No madre, no me dejes, no quiero que Samuel me vuelva a matar!

Pequeños recuerdos
Autora: Leslie Pañi Ordoñez

Cuando desperté me horroricé al ver a mi hija muerta. En ese momento, sólo pude recordar que, al divorciarme, mi esposo me juró deshacerse de todo lo que le recordara a mí.

El protagonista

Autora: Camila Reyes

Lo conocí hace pocos días y me enamoré de él. Cada noche Anhelo escuchar su dulce voz, sentir su cálida piel y quedar prisionera de sus brazos para siempre. Pasa el tiempo… yo seguiré esperando y él seguirá eternamente en las páginas de mi libro.

Latidos.

Autora: Damaries Borja

Mi dueña juega conmigo, me saca a pasear y me alimenta, me ama mucho. Todas las noches duermo con ella, pero, me molestan esos repetitivos sonidos que provienen de su pecho son irritantes. ¡Lo hice de nuevo! ahora sí dormiré a gusto. Sus latidos ya no me molestan.

El hijo de la Luna

Autora: Fiorella Campoverde

Su inquietante situación, reflejo que contenía su acompasado ser cautivo. El sonido del acelerado corazón retumbar entre su eco pensante mientras su respiración irregular demostraba el fallido intento de alcanzar la deseada compostura relajada que satíricamente lo caracterizaba. Su tez cerúlea reflejaba el color de sus miedos emergidos en el lugar. Sus ojos salados expresaban el alarido temor de estar en su vigente posición que, de manera ensordecedora, lo hacían temblar al compás del viento. A pesar del recelo interno, adentrándose por aquel inicio surrealista, su única compañía era el reflejo de su madre en el cielo visualizado en sí.

Esto no se trata de amor

Autora: Amanda Guachichulca

Suelta mi mano, vuelve cuando mi vida haya menguado.

Espejismo

Autora: Camila Delgado

Llegó el día 22. ¡Vacaciones! Corriendo por la casa se topó con el cuarto de su madre llevándose una sorpresa al abrir el armario. Encontró un cuadro altísimo.

Indignado, mudo de desesperación. Todo eso contemplaba él en el cuadro. Maldad, poder, odio. No podía explicarlo, tal era el pavor que no dejó de verlo.

Julio, de 10 años, esperó a su madre y le preguntó cómo había un ser tan siniestro retratado. Ella se burló. ¡Era un espejo! Inconsciente ante el abatimiento padecido lloró, y gritó. Él era un monstruo. ¿Acaso no lo somos todos?… Espero que no.

Cultivo trasnochador

Autora: Elena Espinoza

Las cacerolas discurrían sobre la última gota de aceite sobre los intervalos de mi vientre. ¿Era inoportuno escupirle a la desfachatez de mi suerte? Mientras esta interrogante se resbalaba en mí, Lily apareció junto a mi cama donde yacía en mi lecho terminal. Sus palabras, rutinarias, — ¿Su vino señor? — Yo ingería aquella sustancia. Finalizando pregunté ¿ de dónde son estas uvas? — ¿Por qué pregunta? –Desorbitó. Sentí la cascará de una vid reclame. Lily balbuceó – ¿No será su tez? – Aterrorizado expulsé aquella sangre en su rostro hasta convertirme en un sosegado reloj dentro del equipaje.

El PÁJARO AMBICIOSO

Autor: Luis Cherres

Un día común y corriente, el pájaro padre escucho hablar de un lugar llamado ciudad, como la ambición era grande, decidió llevarse a su familia a la capital, pasaron días, noches en búsqueda del lugar hasta que por fin llegaron, se quedaron sorprendidos porque el lugar que ellos imaginaban era totalmente diferente, pasaron los días y no encontraban nada de comer se enfermaron hasta tal punto que palmaron.

OLO VETE

Autora: Mónica Juca

Llorando en silencio la dejó ir, “Vamos vuelve atrás” dijo una voz en su mente. “Agárrala y átala con grilletes si es necesario”, “Marca tu nombre en ella porque es tuya, tuya”.

Apretando la mandíbula aparto esos pensamientos. Maldita sea ese desastre de humano hambriento de afecto y aprobación debía alejarse y sanarse, mientras el seguiría el mismo proceso. Porque, aunque merecían un amor sempiterno los dos, no podían tenerlo en medio de la toxicidad que los ahoga.

Temblando con el corazón roto en la garganta la dejó ir.

UN DÍA MAS

Autor: Rosa Cabrera

Esta es la historia de aquella niña que se quedó esperando que el sol salga, un día más. Su corazón se detuvo un 5 de junio, cuando la luz que irradiaba el astro amarillo, se apagó en su pecho. No podía creer que aquel sol que le entregaba unas cuantas monedas cuando iniciaba su año escolar; y el que le daba la bendición cada mañana; se había marchado para luego solo aparecer en sus recuerdos y en un colibrí que desde ese día llega cada mañana a su ventana. No podía creer que se había quedado sin nada, sin la mitad de su alma.

EL CANIBAL

Autora: Marjorie Yunga

El caníbal me invitó a su casa. Naturalmente yo llevé la carne.

La muerte

Autora: Silvia Allaico Montero

Aquella noche estuvo más fría

caminando a las orillas del mar
sentí un escalofrío que me hizo pensar

apareció esa luz a lo lejos y la seguí

con un rumbo sin fin
y al entrar en sí, ya no estaba aquí.

Rosa negra

Autora: Belén Ortega

Un día, una hermosa rosa blanca había visto cerca de ella a una rosa negra. La rosa blanca por curiosidad le pregunto a la rosa negra: Dime tú ¿por qué eres de un color tan marchito, triste y negativo?, la rosa negra al escuchar aquel comentario, respondió con serenidad, te digo algo, tú y yo representamos al mundo, mira tú eres el mundo que antes todos conocíamos tenía paz, tranquilidad y todos vivían en armonía; en cambio yo represento el mundo de ahora, el cual es un mundo Injusto, corrupto que ni siquiera tiene miedo a la muerte.

“El Matrimonio”

Autora: Gabriela Chillogalli

Recién se habían casado, se acabó la fiesta y todos se fueron. En la noche el hombre escucha cientos de voces, definitivamente se había vuelto loco, de repente hubo un silencio absoluto, ni su respiración sonaba, así confundido el individuo se despertó a las 3 am, miró a su esposa que estaba a su lado, ella seguía dormida se levantó y se sentó en la fría cama, le dio un beso en la frente y besó su mejilla, mientras tocaba su cabello, y a su oído pronunció:

¿Sabes?, sigues siendo hermosa como cuando estabas viva, no has cambiado nada desde aquel día.

Sueños Dormidos

Autora: Daniela Ávila

Hace meses que ya no le encuentro sentido a la vida… Lo emocionante me parece ordinario, lo gracioso es molesto y lo agradable simplemente es despreciable. Fui donde un psicólogo y me ha dicho que revise debajo de mi almohada y así lo hice, entonces descubrí a todos mis sueños acurrucados durmiendo.

Espejos

Autora: Esther Auquilla

Había una vez una chica que vivía en la ciudad sin cara. Todos los días se sentaba a observar la expresión de cada rostro vacío que pasaba por su lado y le fascinaba crear historias que encajaran con los tonos fríos de sus pieles. Un día descubrió que, al igual que el resto, su cara estaba deshabitada, completamente desolada. Toda su vida había imaginado tener un rostro, uno hermoso, que brillara con el sol y danzara entre las más efímeras expresiones.

Pero no, en realidad no…
Toda su fantasía quebró cual espejo ya que no tenía idea como sería su rostro, porque nunca conoció cosa parecida,
porque solo podía descifrar historias,
nunca algo tangible,
nunca algo visible.

Y contando…

Autora: Marcela Rodas

1, 2, siento mi respiración agitarse, tal vez hoy lo pueda lograr, 3, 4, mis pasos son lentos, las gradas se ven largas
5, 6, solo tropecé…
7, 8, mis manos temblaban, la espera me desespera

9, ansiosa quite la cerradura
10, ahí estaba: la ciudad… aún sonaba!

La Dama de los Ojos Funestos
Autor: Juan José Muñoz

Al salir el sol en su lecho de princesa, cansada de abrir los ojos viendo a su lado el sufrimiento como único compañero, con un suspiro de melancolía contempló su majestuoso palacio mientras se vestía con prendas de ensueño. De pronto escuchó esa voz ronca que desgarraba cada día sus entrañas y con una actitud sumisa no podía mas que responder con el silencio, sin embargo, tenía la esperanza de que algún día sus ojos negros relataran el luto de su belleza y la soledad de su alma.

Invertido

Autor: Bryan Espinoza

Y quizás su cuerpo era invertido, no lo mataban las armas, pero sí sus pensamientos.

La cena está lista

Autor: Sebastián Chuqui

Al escuchar decir a mi mamá que la cena está lista, salí corriendo de mi habitación, pues tenía mucha hambre. Al salir vi que ella me estaba esperando en las escaleras, se veía asustada. Me quedé paralizado cuando susurrando me dijo: “no hagas mucho ruido, yo también la escuché”.

Atrapados Entre la Onírica Indulgencia

Autora: Jorge Teodoro Butiña

Rostros perdidos, cuerpos flagelados, fluyendo por la sangre del miedo marchitado. Lucha asfixiante, preguntas expectantes, explotando pensamientos de una mancha inevitable. Locura sombreada, cenizas soñadas, escondiendo la fosa inconsciente de una idea inocente.

Aprender entre paredes sin murales; imaginar por muros escondidos, perdidos en una cárcel sin destino.

Profecía de luces y sombras

Autor: orge Teodoro Butiña

En la oscuridad, Aurora admira el crepitar de una rueda; en el silencio, un triángulo de luz pinta tinieblas de ensueño. Su sangre viaja por el éter de dolor: un astringente sabor, un férrico olor; seis sombras perdidas sufren en el laberinto abrasador. Su espejo respira la raíz encadenada, la séptima sombra se embarca al reino cegado. Su lucero desprende semillas amarillas, esculpidas por la efigie de colores. Cuando el río quiebre rosas cristalinas, sus destellos torcerán a las sombras. En las llamas invisibles, se tiñen de mariposas para proteger a la luz de Aurora.

Naturalmente

Autor: Josue Carpio

Sin pensarlo mucho, se despertó como de costumbre. El piso frío, paredes blancas, pies imperfectos. También sin pensarlo contempló el retrato de su amada. Finalmente, y como es normal, sin pensarlo se echó la soga al cuello.

Trastabillarse

Autor: Josue Carpio

El ansiado trayecto hacia la luz llegó, mas no como lo había imaginado tiempo atrás. Un alto puente rodeado por un profundo vacío lo recibió. Hasta el fondo se podía apreciar un débil destello que lo llamaba urgentemente. Ansioso ante la idea de abrazar la muerte como a una vieja amiga, no se percató de los cordones desamarrados. Trastabilló y cayó.

PRÓTESIS

Autora: Estefanía Dávila

Me pesaba y más al percibir ese vacío existencial…

Un residuo de metal retorcido y plateado ocupó su lugar. Cada parte de mi cuerpo tuvo su reemplazo, ¿es qué la materialista ahora se volvía el material?

Abrí los ojos, me encontré nuevamente consciente, mi corazón transmutaba en metal. El ciclo no paraba, no había vuelta atrás.

Al reemplazar la última parte, aquel músculo donde lentamente circulaba mi sangre (solo ahí me sentí verdaderamente humana, aquel único y sutil instante). Cerré mis ojos, esperé mi sentencia final: convertirme en un robot completo, condenado a traspasar una eternidad andrógina.

Descenso a mi ser

Autor: Samantha Agila

La noche apareció y la luna volvió, llevaba horas hablándome, al principio no entendí que decía, pero tampoco hacía falta para saber que detrás de su mirada se escondía una estruendosa carcajada.

– ¿Qué?
– Nada; las manchas de tu piel son bonitas
Miré mis brazos, ahora tenían colores, y sonreían.
-¡Son más calladas que tú!
– Pero yo ni hablo- entonces empezó a reír intensamente

Volví a mirar las manchas, luego a ella, ¿desde cuándo la luna habla? ¿desde cuándo tenía manchas de colores sonriéndome? y comprendí, la locura me había alcanzado y aún no me había dado cuenta.

Naufragio

Autor: Jean Carlos Castillo

Y entonces te había sentido por última vez, no quería ser yo quien tuviese la desdicha de ser el primero en despedirte de esta desgastada roca flotante. Estaba perplejo, en medio de un humo blanco que de ti emanaba, espeso y de olor fúnebre similar a las rosas cuajadas de San Martín, recordé entonces lo que solía decir la abuela, al final nadie a quien ames muere realmente, su alma fragmentada permanece dentro de la tuya, hasta el fin de la eternidad, entre los granos de arena y las olas del mar, y lo comprendí todo, me había ido contigo.

Mi adorada estrella

Autor: Carrillo K

Aquel día estuve descansando. Llegó el momento de preparar la cena, encendí la radio antigua de mamá, ella siempre escucha música clásica.

Llegó mamá con rosas y globos, le pregunté:
– ¿Por qué tan feliz? – dije sonriendo.
– ¡Me he curado del cáncer de seno! ¡estoy muy feliz! – me abrazó. Comimos, reímos, jugamos, hasta que se durmió…
Al día siguiente, la llamé… entre lágrimas…, no despertó.

Mamá había fallecido, mamá se había ido sin decir adiós. Fue a enseñarles a las estrellas a brillar; la recordaré siempre, hasta cuando duerma, porque las personas solo desaparecen cuando se las olvida.

Una vida sin ella

Autor:

Peleas, gritos, quejas y más… eso es lo que hacía con mi madre todos los días, y de lo que más me arrepiento.

Un día salió y desapareció… hace meses… nadie sabe dónde está. Me tocó trabajar ya que se me acabó el dinero; cuando estoy en casa, la extraño, y a veces me imagino que ha regresado y que yo puedo decirle lo mucho que la amo, que quiero que esté aquí, porque no me gusta estar sola.

Mamá, te prometo que no voy a cometer los mismos errores, pero por favor, vuelve, te extraño.

Capricho

Autora: Arianna Oreas

Ansioso por el dulce olor que emanaba e impaciente por tocarla, la acechó día y noche hasta que se quedó sola. Entonces, en el silencio de la noche, la capturó, la desnudó, cortó su piel a pedazos y extasiado por la agonía de sus gritos, le arrancó los ojos con sus propias manos.

– ¡Alex, así no se corta una piña! – Exclamó su madre

El nuevo emblema

Autora: Isabel Hidalgo

En cada aspecto parecía atormentarme, con ese traje llamativamente rojo, esa sonrisa angelical, contrastando con su tétrico aspecto. Lo consideraba mi competencia directa, me había arrebatado mi sueño, me había dejado en segundo plano. Y como culparlo, los de marketing hicieron un increíble trabajo, demasiado exagerado diría yo. A la final cumplió su cometido, robándome el protagonismo en la empresa y siendo su nueva imagen. Solo podía estar aquí, sentado, expectante.