Crónicas del confinamiento – Estudiantes

AISLADOS

El virus COVID-19 ha dejado al descubierto la vulnerabilidad de la mayoría de países; así también deja ver la lenta capacidad de respuesta de los gobiernos y la fragilidad de los sistemas de salud en algunos de los países afectados que se consideran “avanzados”. El caso de EEUU, China, Italia y otros.

Medidas sanitarias fueron tomadas alrededor del mundo, por lo que se decidió cerrar fronteras, declarar toques de queda y permanecer en cuarentena.

Ecuador no fue la excepción y rápidamente se convirtió en uno de los países más afectados por este virus, las cifras de contagio se elevaron excesivamente, cadáveres en las calles, hospitales colapsados, noticias falsas, redes sociales abarrotadas de todo tipo de opiniones, conspiradores “pescando a río revuelto”, fanáticos declarando sanidad y otorgando perdón en el fin del mundo, medios de “comunicación” jugando a ser jueces, jurado y verdugos, apegados a intereses personales confluyeron al gran escenario del caos y el miedo.

Hay que recordar que Ecuador viene de sufrir una crisis económica ocasionada por sus pésimas administraciones, corrupción, caída del precio del petróleo, imposiciones de un pésimo acuerdo con el FMI, acusaciones de un gasto excesivo por parte del gobierno anterior, en el que el actual presidente y la mayoría de sus funcionarios formaron parte.

El 12 de marzo se decretó emergencia sanitaria; un cambio repentino para el cual nadie estuvo preparado, actualmente atravesamos una nueva realidad, una nueva experiencia que debería darnos una lección, un aprendizaje que nos está costando y que aún no termina; dolor, lágrimas y crisis en una emergencia que el país viene padeciendo hace ya un tiempo y poco o nada se ha hecho al respecto.

Previo a este decreto, el 29 de febrero de 2020 el Ministerio de Salud anuncia el primer caso confirmado de coronavirus y posterior al decreto se conoce de la primera persona fallecida el 13 de marzo de 2020.

La pandemia se ha presentado como la principal razón de despidos masivos y la carencia de trabajo, con el pretexto de “ahorrar” y ha servido de pantalla al gobierno para tomar medidas que afectan drásticamente al pueblo, escudándose en decretos inconstitucionales para esconder el estado desfalcado.

Llegamos así a un nuevo escenario, se abre el telón del confinamiento, se escogen los actores y se imponen las reglas de actuación, “quédate en casa” reza el aforismo para evitar el contagio y la propagación del virus.

El 16 de marzo de 2020 el gobierno mediante el decreto ejecutivo N°1017 declara el estado de excepción y el 16 de mayo, mediante decreto N°1502 lo extiende por 30 días más. Es aquí donde se pone a prueba al ser humano como tal, su creatividad, su capacidad de coexistencia y comprensión de una lógica distinta de trabajo, de aprendizaje, de retos, de miedos, en pro de salir victoriosos.

Era lógico de suponer que el problema económico y social se vería reflejado fuertemente en casi todos los sectores, por lo que la necesidad imperiosa de supervivencia obliga a las personas a buscar el modo de sobrellevar esta situación.

El 26 de abril se anuncia que las autoridades locales serán quienes se encarguen de autorizar el levantamiento de cuarentena, por lo que las actividades de reintegración se han llevado a cabo de diferente manera en cada ciudad.

La Resolución del Ministerio de Trabajo emitida el 29 de abril anunciaba que el COVID-19 no será considerado como una enfermedad, es decir que se impedirá que un trabajador reclame si se contagia al reintegrarse a la jornada laboral presencial, aun así la necesidad del pueblo es más grande, tener la oportunidad de laborar se ha convertido en un privilegio y la más grande necesidad.

Pronto nos olvidaremos del caso mascarillas o lo nutritivo de los productos sobrevalorados y perfectamente justificados y explicados por una ex ministra…

No podían faltar, además los payasos y arlequines, superdotados de la economía, magos e hipnotizadores, profetas salvadores que en un abrir y cerrar de ojos encontraron la solución a nuestros problemas y el 19 de mayo se anunciaron las nuevas medidas que permitirán ahorrar cuatro mil millones de dólares.

Los recortes de sueldos, despidos, tristeza y desesperanza han sido evidentes; mientras que el virus, disfrutando del poder y luciendo siempre su corona en la opulencia del palacio y sus esferas de poder, ha librado una dura batalla a 6.000 millones de personas. Un aplauso para la obra…

Como podemos ver, la economía no solamente ha sido duramente castigada por la pandemia, las pérdidas son cuantiosas e inimaginables, la recuperación lenta, la fé inagotable y la decisión inquebrantable, de un país que siempre intenta levantarse.

El desgaste político de políticos desgastados y de un gobierno sin norte, queda en eterna deuda a cada uno de los ecuatorianos.

Las cifras que se manejan hoy en día son de 38.571 casos confirmados de coronavirus y de acuerdo a información del COE 5.529 casos de muertes por coronavirus, de acuerdo a esta información no tenemos certeza en los datos, por lo que nunca conoceremos si ésta cifra es real.

Definitivamente, no han sido buenos tiempos para nadie; sin embargo, tenemos herramientas suficientes para dar una gran batalla, el apoyo de nuestros padres y maestros comprometidos con ese gran ideal, ese gran sueño de un futuro mejor. Lo que hemos vivido nos deja grandes lecciones y tareas en la escuela de la vida.

El impacto económico ha afectado nuestro bolsillo, pero jamás nuestra conciencia, el confinamiento nos alejó, pero no pudo con la responsabilidad de nuestras tareas, el respeto por quienes están al frente y el sentimiento simple y sencillo del amor.

“Quédate en casa” permitió reencontrarnos con quienes siempre estuvieron y descubrir la solidaridad, el valor del trabajo y la reconstrucción de esa gran institución, la familia.

La crítica ha sido dura, quizá es fácil hacerlo, puesto que somos meros espectadores. Habría que ponerse en los zapatos de quienes toman decisiones, pero hacia allá vamos, altivos e irreverentes, con visión para aportar con lo mejor de nosotros de pro en un Ecuador mejor.

Aris y la carga Aris
Autor: Lenin Dominick Campazano

Solía leer, leía mucho y un día se encontró entre todo lo que la humanidad había escrito alguna vez, el mito de Sísifo, las palabras escritas hace ya mucho tiempo llegaron a lo más profundo de su ser y así es como emprendió su camino para liberarse de toda carga, ya que ella quería ser más, no quería ser Sísifo. En su camino soltó todo, desde sus pertenecías, hasta las ideas más arraigadas a su mente pero cuando nada le quedaba el único peso que descansaba sobre su espalda y la asfixiaba era el de su propio cuerpo y las cosas que no podía nadie resolver y que no era necesario que alguien las resuelva, la vida, la muerte y el crimen que fue darle una conciencia y mostrarle que nadie sabe que hay ahí en lo desconocido, donde la gente se sumerge en un acto de fe ciega, fe en un dios, fe en una palabra o fe en la vida y la muerte como complementarios y únicos dueños del todo, que todo lo crean y todo lo destruyen por el hecho de existir.

Aris nunca pudo escapar de su destino porque todos somos Sísifo con nuestras propias rocas para empujar.

No hay nada más allá de tu espalda y nada más allá de tu carga, así que carga mientras tu espalda aguante y tu mente no enloquezca, que liberarse de la carga es imposible ya que la carga es estar vivo; si te quitas la carga no podrás ver el mundo sin ella.

Viaje a marte
Autor: Daniel Peñaloza

27 DE MAYO DEL 2035
Tras la guerra entre EEUU y China a causa del COVID-19, la compañía Space X decide crear la primera colonia en la luna. El Sargento Daniel Peterson, fue elegido para ser la octava persona en habitar la luna.

15 de Junio del 2035, 09h50
Sgto. Daniel Peterson, tripulante del Moxon 7
Me encuentro en el Moxon 7, a tan solo segundos del despegue de la nave, el gobierno cancelo el programa de empezar a habitar la luna, así que no veré a mi familia dentro de dos años. Entre lágrimas mientras subía a la capsula pude ver a mi esposa con mi hija, la cual decía que estaba alegre ya que su papito sería una de las primeras personas en colonizar la luna. Me entrego un dibujo en el cual estaba yo con ella, y más abajo escrito: “Papá, el conquistador de estrellas”.

29 de Junio del 2035, 05h12 UTC
Sgto. Daniel Peterson, tripulante del Moxon 7
A tan solo 2 horas del alunizaje, la nave choco contra un pequeño asteroide, el cual corto las comunicaciones y creo una pequeña despresurización en la sala del sistema de la nave. De inmediato la nave perdió el curso, lo cual me dejaba flotando en medio de la nada. ¿Qué pasara conmigo? ¿Intentaran rescatarme? ¿Saben lo que me paso? Tan solo fueron unas de las varias preguntas que recorrían mi cabeza en esos momentos. Entre lágrimas recordé la última vez que estuve con mi familia, mientras mi hija veía a su papito subirse a su desgracia y a mi esposa con la cual desde el día que la conocí, ya había conquistado todas las estrellas del firmamento con tan solo ver sus pequeños y brillantes ojos.

Día: Desconocido Hora: Desconocida
Sgto. Daniel Peterson, tripulante del Moxon 7
No sé ni cuantos días estuve encerrado en esta capsula, tampoco sé cuánto combustible queda o cuanto oxigeno me resta. Al despertar me asome por la escotilla, mirando al vacío, vi a lo lejos una estrella fugaz, y como un niño de 5 años, la vi, cerré los ojos y pedí mi deseo. –Deseo que todo esto sea un sueño, despertar y poder abrazar a mi esposa, poder tener entre mi brazo a mi pequeña princesa.
De pronto escucho una voz: -¿Amor?, ¿Ya estas despierto?…Cristina se va a atrasar a la escuela. Me sentí raro, hasta que desperté en mi cama, corrí hacia la cocina, y las vi, eras las dos mujeres que más amaba desayunando normalmente. Solo pude lanzarme hacia ellas y abrazarlas mientras lloraba: -Papi, ¿Estas bien? ¿Por qué estas llorando? ¿Tuviste un mal sueño otra vez?, le conteste: -Si hija, pero ahora contigo me siento mejor. Mientras alistaba el almuerzo mi esposa me dijo: -Daniel, ya no puedes estar aquí, ya no estás aquí. Intrigado le pregunte: -¿De qué hablas? – Daniel….¡¡¡TU YA NO DEBES ESTAR AQUÍ!!! De golpe desperté, y supe que todo fue una alucinación a causa de que cada día me quedaba menos oxígeno. Lo único que quise en ese momento era dormir de nuevo, sentía que si cerraba los ojos las volvería a ver, o siquiera las volvería a soñar.

Día: Desconocido Hora: Ni maldita idea
Daniel Peterson, el estúpido del Moxon 7 Ya no sé cuánto tiempo llevo aquí, o cuánto tiempo me quede, a veces pienso lo lejos que estoy de casa, no sé porque acepte esto, ¡¡¡POR QUE DIABLOS ACEPTE ESTO!!! Era lo único que cruzaba por mi mente. Hace algunas horas la nave empezó a ganar velocidad, sabía que me estaba acercando a algún planeta o planetoide, la verdad tampoco me importaba, tampoco me importaba quedarme sin oxígeno, y que en algún momento moriría abandonado en una capsula a mitad de la nada. Las alucinaciones empeoraron, cada vez tenía más miedo a dormir, porque sabía que al dormir vería a mi esposa y a mi hija de nuevo, y al despertar, vería que todo solo fue un sueño

Daniel Peterson, el estúpido del Moxon 7
Me desperté por un golpe en la capsula, sentí como la nave se detuvo. Me asome por la ventana, y no creí lo que vi. Era un desierto rojo, tan grande como un océano, y tan vacío como el universo. Decidí que no moriría encerrado en esa capsula, así que me puse mi traje, y decidido fui a explorar. No sabía dónde estaba, solo camine y camine, hasta que vi una montaña gigantesca, en ese momento sabía dónde estaba, y reconocí esa montaña, era el Monte Olimpo de Marte, no sabía cómo llegue hasta aquí, ni como no morí al llegar a la atmosfera de este planeta, aun así, sabía que no importaría, nadie sabría que yo fui el primer hombre en Marte, decidí regresar a mi capsula. Al esperar a mi muerte me di la vuelta y vi el dibujo de mi hija, el dibujo de su “Conquistador de Estrellas”.

26 de Febrero del 2087, 15h47 UTC
Sgto. Phineas Schiffer Cap. Vladimir Kamarov, tripulantes del Mainz 11
Después del coma inducido, yo y el sargento Kamarov llegamos a Marte después de una semana de viaje. Al aterrizar logramos observar un módulo del lado sur del Monte Olimpo. Teníamos que investigar que era, ya que se sospechaba que era uno de los drones que se mandaron hace 5 años y se impactaron al aterrizar. Mientras nos acercamos vimos que no era un dron, tampoco aliens, era un módulo de una compañía americana, mientras más nos acercamos nos dimos cuenta del tiempo que llevaba esto aquí. En el módulo encontramos los restos de un hombre y una bitácora con el nombre “Sgto. Daniel Peterson”, le di la bitácora a mi capitán. El, al leerla empezó a llorar, dio la vuelta y recogió un dibujo que estaba votado en el piso. –Señor, ¿Está todo bien?, a lo que respondió: -Phineas, llevemos esto a la nave, creo que es hora de que este hombre regrese a su hogar.

Repensando en el Confinamiento
Priscila Ávila Álvarez

Un cambio tan repentino ha sufrido el mundo
quien pensaría que estar aislados es lo más seguro
que estar distanciados salvaría muchas vidas
porque este virus se extiende más, día tras día.

Los estados de alerta se han activado
el toque de queda por fin ha iniciado
las primeras restricciones han llegado
escuelas y universidades se han vaciado.

Y con ello comienza la educación, totalmente virtual
una forma de enseñanza que no es tan habitual,
pero que ayuda en la prevención de este virus mortal
para protegernos no solo a nosotros, sino a los demás.

Trato de pensar que esto será temporal,
que dentro de poco esto va a pasar
y de nuevo juntos, volveremos a estar,
pero eso sí, con una mejor calidad mental.

Este virus de familiares nos ha distanciando,
pues nos impide que podamos visitarlos,
jamás logrará, que lleguemos a olvidarlos
en nuestro corazón, siempre los llevamos.

Con todo lo que pasamos, mucho hemos aprendido
a reiniciar actividades que dejamos en el olvido,
aprendimos a conocernos mejor nosotros mismos
a comunicarnos con nuestra familia que habíamos perdido.

El confinamiento no nos ha quitado la felicidad
ni las ganas de salir adelante, a pesar de la triste realidad,
de ahora en adelante no será la misma vida
sabemos que será el inicio, de una mejor sociedad.

Donde ser solidarios con los demás, será lo primordial
ya que sabemos que la vida puede cambiar en un instante
y de esos cambios nadie puede por si solo librarse,
los problemas en unidad, resolveremos con libertad.

Se que muchas personas ya no están junto a nosotros
dejándonos un vacío inmenso y hasta un corazón roto,
jamás pensamos que algo así sucedería de pronto
en memoria de ellos haremos todo por protegernos.

Y como olvidar a los que luchan al frente de esta batalla,
quienes día tras día se levantan muy de mañana
de esto depende cuantas vidas puedan ser salvadas
poder atender a más personas y poder ayudarlas.

Se han convertido en unos héroes definitivamente,
no llevan capa ni tampoco tienen súper poderes,
con sus actos, profesan su juramento,
no se rinden, firmes en esta luchan se mantienen.

De esta también salimos… o no.

Hemos pasado tiempos difíciles. Nuestra historia está marcada por símbolos de lucha y perseverancia. Vivimos dictaduras, luchas entre liberales y conservadores, y de todo resurgimos, es por ello que, la memoria de un ecuatoriano está plagada por eventos que exigían empoderamiento.

El año 2020 comenzó con el rumor de una posible pandemia a nivel mundial, un nuevo virus rompía fronteras viajando en los pulmones de ciertas personas, de forma silenciosa y pese a las autoridades y a los leves intentos de ellos no se detenía, seguía avanzando.

A nuestro país llegó en el mes de febrero en el sistema cardio respiratorio de una mujer que venía a visitar su tierra desde España. Sin embargo, no se nos informó a los ecuatorianos, siguió la mujer compartiendo con familiares y amigas en las tierras costeñas de Ecuador hasta que un día, al empeorar le realizaron las pruebas y el temido positivo se marcó.

El 16 de marzo se comenzó a detener el ritmo de vida normal de los ecuatorianos, ya no podíamos salir, fuimos invitados a permanecer en casa y accionaron el “teletrabajo” nos vimos obligados a reinventarnos de nuevo. Y con eso, comenzó la debacle. El primer golpe se sintió en lo referente a la educación, los estudiantes ahora no deberían prepararse en las aulas, sino en su casa, los docentes impartirán clases por medio de su computador pero surgieron las siguientes preguntas ¿Y aquellos que no tenían internet? ¿Cómo iban a seguir? ¿Qué pasaría en la zona rural? Preguntas y preguntas seguían aflorando en la mente de las personas pero las respuestas no llegaban y no llagarán al parecer.

La educación sufrió un retroceso, el ministerio decidió que el año sería aprobado por todos, con un solo decreto se puso la misma nota al estudiante que con empeño y esmero realizó sus tareas y a los alumnos que dejaron para un mañana eterno sus labores. Y así la educación seguiría “avanzando” restando oportunidades que se habían conquistado y dejando siempre latiente el signo de pregunta ¿?

Si con esto el panorama no pintase mal, se suma la economía deteriorada a nivel Nacional, pues el dejarnos en casa llevó a la quiebra a varios negocios pequeños, la fuente de ingreso de personas se fueron extinguiendo y el índice de desempleo fue subiendo a veces más que la del número de contagios por COVID…

Se redujeron los sueldos, se establecieron leyes que lejos de parecer una ayuda eran como una soga bordeando el cuello de algunos y no llegaban las soluciones reales, comenzaron a salir las estafas, los sobreprecios y en la boca de los ecuatorianos un sabor dulce/amorgo de frustración. Nuestro mandatario olvido en acompañamiento que había prometido, delegó, delegó y delegó…

Y el Ecuador continúa abrazado por preguntas, dudas, y solo la certeza que de esto también salimos o no…

Deseo
Autora: Andrea Vanegas

Deseo
poner un alto al mundo,
detener el tiempo
para no fabricar más lamentos
y sanar mis heridas.

Deseo
un silencio extenso y
una calma infinita
donde nadie me recuerde todo lo que está mal en mí.

Deseo
un descanso del dolor,
prolongar mis sentimientos
y eliminar el rencor.

Pero,
nadie nunca me advirtió
lo sola que me sentiría,
que lo único que iba rondar por mi cabeza serían malos recuerdos.

Nadie me dijo
sobre las pesadillas que reinarían mis noches,
todo lo que iba a perder por mi ausencia y
que al regresar nada sería lo mismo.

“El asesinato mundial”
Autora: María Rubí Barros Crespo

Martius 14, las creaciones de un objeto de 4 pilares hechos por carpinteros fueron abandonados por mentes brillantes del estudiantado, con un futuro incierto de cuál sería el día en que forme parte de su vida un birrete como justo premio a su esfuerzo, junto a recuerdos con su promoción mientras un conjunto de ácido nucleico y otros compuestos asesinos rondaban silenciosamente para que terminen en ataúdes con descendencia ecuatoriana. Continuábamos en Martius, pero había trascendido dos semanas de despilfarros, de carros impertinentes en caminos asfaltados siendo los principales socios del asesino nombrado anteriormente bautizado como Covid-19. Empezaban a ser remplazados los héroes de películas monótonas por superhéroes de la medicina, y sus capas se desintegraban en pequeñas mascarillas que formaban un baluarte para los ciudadanos con otras indicaciones más para la supervivencia que se acercaba cada vez a su punto crítico. El alimento sano que lo habíamos dejado de lado se transformó en el signo vital de cada humano y aparecieron nuevos superhéroes, la gente hecha de tierra, la que convive con la Pachamamá, ellos son nuestros indígenas y gente de zonas rurales en su mayoría enviando medicinas naturales a cada hogar del país. Las características físicas se observaban a pasos contados desde jaulas de humanos donde las calles eran desoladas como si de una guerra inexistente hubiese pasado una guerra sempiterna que no causa dolor pero si terror irrefutable en el inconsciente de los sobrevivientes. Dos fechas importantes conjugadas en un mismo día se aproximaban, los corazones de adoración eterna hacia Jesús resucitado al igual que los eufóricos ¡Que viva Cuenca Carajo! de los cholos y cholas estaban plasmados en sentimientos moribundos a través de vidrios virtuales. Abril 20, la muerte se hacía más común y menos sorprendente en la vida cotidiana, pero algo majestuoso se veía en ciertos paisajes del mundo cuando el reino animal con sus biomas tomaron la batuta y empezaron a florecer en todo su esplendor recordando su modo indefenso frente a los últimos ataques del capitalismo, y esto les dio más fuerza para que esas trampas que algún día habían cobrado una vida de un cóndor por unos cuantos millones de dólares no compraba la solución de salvar una vida frente a semejante pandemia. A finales de ese mes la situación económica era un precipicio que abrió una racha de elección entre la fuerza de voluntad del trabajo o ser el indicado para una víctima más del asesino silencioso, las personas que generan ingresos de cada núcleo familiar conllevan un monto de cavilación. En todo este tiempo la educación sufrió cambios inauditos y otros estudiantes ni siquiera sintieron el cambio, simplemente ya no tienen ninguna fuente para educarse, por ende el ministerio de educación aplicó unos cuantas nuevas reformas. El segundo domingo de mayo más anhelado por el género femenino, formadoras de una creatura, fue conmovedor. Al estar encerrados nos hace crecer positivamente la perspectiva de lo que antes era pasajero referido a la familia, por otro lado aquel día comerciantes pequeños tuvieron la primera sonrisa de satisfacción por el movimiento económico de la compra de productos y servicios en casa. A pesar de la situación devastadora, los políticos, obviamente destacándose con sus dotes de doble reflejo, muchos de ellos se ven involucrados en el sobreprecio y los contratos para la adquisición de insumos médicos como últimos hechos de la cuarentena. En cada microsegundo una familia arroja lágrimas por el asesinato de un virus que nadie o ninguna fuerza poderosa lo podrá recuperar.

El cazador caz(s)ado

Alfonso Torres, conocido como el albino, se dirigió suavemente hasta la panadería. Cruzó la calle sin percatarse de que un camión podía atropellarlo, pero no le importó. Al llegar al establecimiento pidió un café, pero inmediatamente cambio de opinión y prefirió un té. Recibió una llamada, y al ver de quien era, decidió ignorarla. Pagó la bebida y tomó asiento. Sin advertir que el celular no paraba de recibir llamadas, lo sacó de uno de los bolsillos del pantalón, y terminó de guardarlo en el fondo de su chaqueta. De pronto su mano izquierda comenzó a sangrar, y era tanto la sangre que inundó la panadería. Empezó a ahogarse, Despertó.

El albino se levantó de la cama sudoroso. Llamó a su esposa pero esta no lo oyó. Estaba regando el jardín. Eran las 11:30 de la mañana y Alfonso no soportaba el confinamiento. Se preguntaba a cada rato por qué había tenido esa pesadilla. Ya habían pasado 72 días sin hacer absolutamente nada como no fuera ver Netflix, comer y dormir. Hasta inventó el verbo netflixtear, que consiste en ver series todo el día. No películas. Solo series. Su consumo superaba las 10 horas diarias.

Con gran indiferencia miró a su mujer, y antes de pedirle con un grito el desayuno, se le acercó y la tomó del brazo con violencia. Le exigió que le pusiera la mesa y le sirviera la comida. El albino entraba a las estadísticas de violencia intrafamiliar que ha desatado el Covid-19, y que según datos de la Defensoría Pública de Ecuador subió un 20% entre el 17 de marzo y el 17 de abril en todo el país. La aterradora cifra de 2.707 casos pone en evidencia los maltratos físicos, psicológicos y sexuales y otros, que comete un miembro de la familia, por lo general, esposas que conviven con su agresor, como la situación de Alfonso Torres.

Pero, si los episodios de agresores masculinos contra sus respectivas parejas supera el 85%, según registros oficiales, el mismo cuadro familiar de Torres y su pareja Cecilia Altuve, sin hijos, reactiva aquellos inusuales hechos donde el hombre es víctima de la mujer.

Cecilia no soportó la agresión. Un fuerte empujón de su pareja la derribó al suelo. Mientras acusaba el maltrato, le imploraba: “¿Te puedes quedar quieto? Ya te voy a servir el desayuno”. Ella estaba decidida. Sigilosamente, sacó de la gaveta un cuchillo. El albino estaba de espalda. Ella podía darse el lujo de acuchillarlo sin ser vista por su agresor. No era traicionera; se defendía de 18 años de violencia sistemática. Fue directo con la filosa pieza hasta virar y desgarrar con fuerza en la femoral de su pierna izquierda.

Como era de esperarse Alfonso comenzó a sangrar descontroladamente. Comenzó a maldecir a Cecilia por lo que le había hecho. Como pudo, arrastrándose, salió a la calle. Intentó ponerse de pie. Cojeaba con mucho dolor, en tanto que con sus dos manos apretujaba la herida.

Como si se tratara de un sueño, empezó a pedir ayuda, pero nadie le hacía caso. Quienes pasaban sabían que él maltrataba a su esposa constantemente. Obvio, tenía un pasado muy oscuro que nadie podía olvidar. Se sentó en una de las paredes de afuera de su casa y pensó en llamar al 911, sin mencionar que fue su esposa el que lo hirió.

Pero ¿cómo o con qué moral pretendía culpar y denunciar a su pareja a la que había agredido innumerables veces? Desistió del auxilio. La misma franela que tenía se la quitó y se colocó un torniquete. Agarró un taxi y se fue al hospital. Una a favor de la mujer. Cecilia había tomado la justicia por sus manos. Cuando Alfonso se recuperó, se marchó hasta la ciudad donde le permitía pasar, a pesar de la pandemia, ya que ni su esposa ni nadie que vivía cerca de su vecindario lo querían ver ahí.

La Esquizofrenia del Ecuador
Autor: González, F.

Pasear por el Puente Unidad Nacional, disfrutar del paisaje desde el Panecillo, orar en la catedral de la Inmaculada Concepción, todo esto nos recuerda al mundo antes del suceso innombrable, antes del hecho que cambió nuestras vidas, nombrarlo es tabú, padecerlo una maldición. En las verdes selvas amazónicas su nombre es un murmullo, en el puerto principal retumba sin piedad, los ecuatorianos agonizan mientras el poder observa y desmiembra nuestra nación.

El causante del encierro se llama COVID-19, la OMS lo define como “Enfermedad infecciosa causada por el coronavirus que se ha descubierto más recientemente (…) Los coronavirus que pueden causar infecciones respiratorias que pueden ir desde el resfriado común hasta enfermedades más graves.” (2019). Debido a su alta taza de transmisión y considerable índice de letalidad, las medidas tomadas a nivel global envuelven distanciamiento social y reglas de higiene, de modo que, no se saturen los sistemas de salud y sea posible una adecuada respuesta a la pandemia.

Como resultado de la conmoción producida por el novel virus, el mundo se ha volcado a encontrar una solución a este letal problema, recurriendo a investigación, mejora de protocolos de bioseguridad, perfeccionamiento de los sistemas de salud e incluso a pseudo medicina y falsos mitos, por ejemplo, beber alcohol protege del coronavirus, los termómetros son efectivos para detectar la enfermedad o que las redes 5G son causantes de la pandemia, entre otros. (OMS, 2020).

Estos mitos definitivamente son dañinos, ya que, generan una falsa sensación de seguridad en el usuario o pueden llevarlo a atentar contra su salud, pero la desinformación no se limita a inocentes creencias individuales, por el contrario, alcanza un nivel estatal y sistematizado, que fielmente ha sido interpretado en nuestro país, podemos encontrarlo desde las declaraciones del presidente de “Esclarecer la información”, indicando el mal manejo de datos y por ende de su conocimiento, hasta reportajes internacionales que nos enseñan la realidad de nuestro país, haciendo de lado la maquinaria mediática nacional que opaca los sucesos verdaderamente importantes, notamos un claro manejo de noticias falsas.

Avanzando en nuestro razonamiento podemos evidenciar que la campaña de desinformación desemboca en la perdida de credibilidad del gobierno nacional, esto sumado a la corrupción e ineptitud de los gobernantes resulta en una crisis política que causa un daño incalculable en la precaria situación pandémica en la cual se halla la nación, por lo expresado anteriormente, las medidas del Estado son recibidas con mala gana o protesta, suscitando un malestar generalizado en un momento que exige de unidad nacional.

Entre estas medidas encontramos el pago ha acreedores internacionales, la liquidación y privatización de empresas estales, reducciones salariales, disminución de inversión en la educación, entre otras, que han fallado en evitar el despido de 66 400 trabajadores desde el inicio de la crisis sanitaria, en febrero del presente año. (El Comercio, 2020). Esta masiva ola de desempleo sumado a disminuciones salariales genera empobrecimiento masivo y desesperación, mal que mina la moral de los ciudadanos y aumenta el anhelo de abandonar el encierro, incentivando al crecimiento de los casos de contagio, pero una persona que no tiene dinero para sobrevivir, ¿Qué puede hacer más que salir?

Tomando en cuenta los puntos anteriores, desinformación, desconfianza en el manejo gubernamental, empobrecimiento y una pandemia virtualmente incontrolable, podemos notar la reacción natural de los ecuatorianos, esta reacción es el miedo, miedo a lo desconocido, a los sucesos futuros, un miedo totalmente fundamentado y explicable, pero este miedo saca a la luz comportamientos que de otro modo no serían vistos o hace notar prejuicios y creencias que afectan a la sociedad y la convivencia comunal.

De este modo evidenciamos pensamientos que son arrastrados generación tras generación en la mente del ecuatoriano, una evidente carencia de “Unidad Nacional”. Estrada (como se citó en Donoso, 2004) nos indica “El regionalismo es un mal; no intrínsecamente, no por esencia sino por que los ecuatorianos lo preferimos así”. (p.12). Y este latente mal no hace mas que exacerbarse en la crisis, ocasionando desprecio y asociando la culpa a grupos diferentes del que pertenece el individuo, esto suscita un sentimiento de desprecio que trunca el apoyo humanitario dentro de la misma patria e impide el aplacamiento y combate de la crisis en la que está sumida la nación.

Por ejemplo, la presentadora ecuatoriana Hinostroza, J. (2020) expresó refiriéndose al Guayas “Pues de alguna manera los dejemos aislados, ya que ustedes quieren ser tan indisciplinados, pues quédense allá con su indisciplina”. Otro ejemplo es el director de cultura del municipio de Guayaquil Hoyos, M. (2020) refiriéndose a las migraciones masivas a la costa ecuatoriana. “Desde hace muchísimos años, fue a Guayas donde vino a parar la gente más ignorante y primitiva del país (…) para ver como mejoraban sus condiciones de vida, valiéndose de los Guayasenses”. Estas referencias lastimosamente no son sucesos aislados sino forman parte de una creencia ya arraigada por siglos.

Como último punto, existe un mal mayor que impide el correcto desenvolvimiento y ralentiza la solución de los problemas ecuatorianos, el individualismo, y por consiguiente la ausencia de ética utilitarista, como toda sociedad occidental fundada en los preceptos del bienestar propio, no existe un llamado al desarrollo como una sola entidad, haciendo referencia a la sociedad, por el contrario, se impulsa el crecimiento a toda costa y sin importar las consecuencias en la comunidad, este hecho se ve reflejado totalmente en el confinamiento.

En conclusión, el Ecuador se encuentra en un periodo de convulsión social, política y económica, mostrando todos los síntomas de un paciente esquizofrénico; odio, autoagresión, miedo, aislamiento, habla incoherente, presentando al mundo y así mismo una falsa realidad; un país empobrecido y dividido por su propia mano, ultrajado por sus propios hijos, ¿Podrá salir adelante en el porvenir?, el futuro es incierto, lo único que tenemos es el presente, ¿Podremos salvar nuestra nación?, ¿Cómo lo haremos? Para lograrlo debemos tomar conciencia de que la sociedad ecuatoriana es la única capaz de generar un cambio cambiando, así salvaremos a nuestro querido Ecuador.

La Pandilla Virus
Autor: Tebo Ochoa

Había una vez una pandilla de monstruos que se llamaba ¨Virus¨ que estaba conformada por 4 monstruos: Rody, Perppus, Redcott y Grondi. Ellos disfrutaban hacer el mal por todo el mundo.

Los años pasaron y los miembros de la pandilla se cansaron de repartir el mal, desde ese día en todas partes se respiraba paz y bondad, pero no duró mucho tiempo ya que algunos humanos empezaron a hacer maldades ellos mismos, se generaron muchos problemas alrededor del mundo.

Muchas personas comenzaron a robar, a destruir lugares públicos e incluso a atentar contra la naturaleza, entre otros desmanes y a pesar de que los líderes de los países les pedían que ya no lo hagan porque iban a tener consecuencias graves, ellos seguían haciéndolo.

Otras personas formaban alianzas y traficaban cosas ilegales pero la policía no podía atraparlos porque el dinero y las mafias tenían mucha complicidad.

La pandilla ¨Virus¨ se dio cuenta de lo que estaba pasando y, como habían jurado no volver a delinquir, decidieron hacer algo para reformar el mundo.

Intentaron muchas cosas para dar una lección a la humanidad. Mandaron extrañas criaturas para asustar a las personas y ayudaron a atrapar a los criminales.

También cambiaron el clima y provocaron desastres naturales, pretendiendo que los humanos se quedaran en casa para estar a salvo y para que dejen de dañar el planeta.

También intentaron hacer que algunas agupaciónes de humanos conscientes combatan a las pandillas malas y así intentar que se unan a ellos para ser buenos.

Por último Redcott dijo: ¿Y si creamos un virus que sea muy dañino y les de una buena lección a los humanos?-. Grondi respondió: ¡Es una buena idea, será el rey de los virus, así que se llamará ¨Coronavirus¨.

Entonces fueron a su guarida y empezaron a mezclar químicos hasta que al fin crearon el virus, luego lo guardaron en bazucas y se repartieron continentes para propagar la enfermedad.

Los intrépidos ¨Virus¨ salieron y comenzaron la misión, poco a pocose extendió el virus globalmente. Aparecieron las consecuencias rápidamente, las personas enfermaron y lamentablemente algunas llegaron hasta la muerte.

Los líderes de cada país, viendo las dificultades, decretaron confinamiento mundial ya que el virus se convirtió en pandemia, así que las personas se quedaron en sus casas y nadie podía salir.

La pandilla ¨Virus¨ creó un antídoto para que cada vez que alguien valore a las personas y el maravilloso mundo que tenemos, aparezca mágicamente en sus manos y pueda salvar a sus seres queridos.

La vida ya cambió para varias familias que consiguieron este añorado contraveneno, pero aún el trabajo de ¨Virus¨ es muy arduo,¿Conseguirán estos valientes guerreros renovar el mundo? ¿Ganarán ellos esta carrera contra el tiempo?

Pasó mucho tiempo y ¨Virus¨ completó su misión, los humanos habían sufrido varias perdidas, valoraban lo que ya tenían y consiguieron la cura para este grave virus.

El mundo volvió a una normalidad mejorada con personas conscientes y humanas, se esparció la paz y la bondad por todo el planeta y la pandilla ¨Virus¨ pudo descansar con el mundo renovado.

FIN

Mascarilla, mandil y una palabra
Autora: Cinthya Peña

La oscuridad de la noche solo es interrumpida por el resplandor amarillento de las luces públicas. Conforme voy caminando, lo único que escucho es el sonido de mis pasos y mi respiración asfixiada por la sofocante mascarilla.

Al fin logré llegar a casa. Luego de entrar y enfundar todo lo que llevaba puesto, bañarme y desinfectarme cada milímetro de mi fatigado cuerpo, me dirigí a mi habitación y me tumbé en la cama, soltando un pesado suspiro… tratando de liberar el estrés tras una dura jornada en el hospital.

La verdad no sé qué es lo que más me agobia. Si las agotadoras horas de trabajo o la soledad que inunda mi “hogar” en estos tiempos. Cuando me enteré del primer caso de coronavirus en Ecuador, supe de inmediato que esta situación iría para largo. Y claro, ni bien decretaron la cuarentena, envié a mi hija a vivir con mis padres; pues entendí claramente lo riesgosa de mi labor en medio de la crisis sanitaria.

Desde entonces se ha desatado una lucha dentro de mí. Por un lado, amo mi profesión; en verdad no hay nada que me apasione más que cuidar de la salud de otros. Pero por el otro, en serio detesto esta soledad que me rodea. Ansío volver a abrazarlos sin temer por afectar su salud. No lo soporto para nada, por ello, siempre al despertar de mis escasas horas de sueño tengo lágrimas recorriendo mis mejillas, un nudo en mi garganta y un terrible ardor creciente en el pecho.

Pero debo dejarlo de lado, retornar a mi labor. Así fue como salí de mi casa con “ánimos renovados”, aunque… ahora que recuerdo, nos habían realizado pruebas para el COVID-19. Si no me equivoco, hoy deberían entregarnos los resultados. Espero no haberme contagiado. Anhelo que, al abrir el sobre que ahora tengo en mis manos, me encuentre con la buena noticia…

«POSITIVO»

…Hay veces en que la vida nos recompensa de una manera tan cálida, pero también te estremece cual “baldazo” de agua fría, te abate sin esperarlo. Una palabra, ocho míseras letras me han golpeado hasta el alma. Es tan irónico e injusto el hecho de que ahora un simple abrazo puede ser una sentencia de muerte. Encerrada entre cuatro paredes y con el sabor amargo del paracetamol, suspiro.

Mi vida en medio del coronavirus
Autora: Gabriela Cayetana Lazo Chuisaca

No es para nadie algo novedoso en estos tiempos escuchar hablar del coronavirus, como un ser que nos atormenta en medio de nuestras vidas, pero catastróficamente ha venido a modificar nuestra rutinaria vida para transformarla en un medio en donde la mayor seguridad que tenemos hoy en día es el calor de nuestras casas, verdaderos refugios que guardan nuestras vidas esperando el anuncio de la derrota de un mal que nos arrebata la seguridad de vivir en libertad, volviéndonos cautivos del pánico por su atrocidad, pero reavivando cada día nuestras esperanzas como flama en medio de un gélido mal.

Desde que inicio aquella emergencia mundial creo que no solo mi familia ha vivido sucesos que marcan nuestras vidas, sino muchas que luchan por hacer de las peripecias, mejores momentos capaces de cambiar nuestros sentidos, de transformar nuestras lágrimas en alegrías que florecen en medio de la nada. En la mente de todos siempre esta esa incógnita que nos impacienta rimbombantemente ¿Por qué existe esto? ¿Quién lo creo? ¿Cuándo acabara todo esto?, y así una serie de preguntas que creo que formarían ya una lista infinita para una entrevista que aclare nuestra cruda realidad. Desde el día que comenzó el confinamiento la historia se ha ido transformando por si sola y ha tomado su rumbo como agua que va hacia el mar, recuerdo con tristeza aquel día en el que dejar de acudir a clases ya cambia en si todo la secuencia que repaso todos los días como costumbre dentro de mi vida normal, no le guardo rencor a un virus por volver caótica nuestra realidad, pues después de todo nos ha unido a los que quizá se llamaban desconocidos en nuestro caminar, he pasado momentos que solo en un sueño se puede presentar, pero después de todo en la vida también hay milagros impolutos que brillan como el sol en el gran cielo alumbrando nuestro caminar, digo lo que siento porque en mi mente tengo lo que no me robaran jamás y esos son los recuerdos que me servirán para reavivar a todos aquellos que luchan por triunfar.

He llorado muchas veces y no me apeno por contar, pues siempre veo en la prensa las almas que se van, el hambre que nos ataca en medio de la emergencia mundial y las manos milagrosas que tratan de salvar aquellas vidas luchadoras que se abaten por ganar la lucha más épica de este siglo a un virus que nos ha llevado a clamar a ese gran cielo el regreso de la paz y la libertad. Muchos me preguntan cuáles son los milagros que me ayudan a vivir en medio de un dolor fatal y son aquellas escenas memorables que no las cambiaria jamás por monedas pasajeras que se acaban con facilidad , desde el día uno con mis padres sin trabajar las manos generosas han llegado a colmar nuestro hambre, valorando lo que uno muchas veces tiene y no lo disfruta por querer tener más, consejos verdaderos de los que nos aman de verdad para motivar el momento y no desesperarnos jamás, telecumpleaños que ni en planes lo tenía para disfrutar , eran mis 15 años en medio de tantas lágrimas de un dolor mundial , pero pese a todo he disfrutado lo que la vida me da y son esos detalles los que me ayudan a caminar y a no ser materialista en un mundo al que le gusta desechar las cosas fútiles, porque ya no sirven jamás, pero yo siempre guardare aquellos recuerdos de mis queridos familiares que se tomaron el tiempo para charlar y corear unas bellas canciones, aunque la distancia y una pantalla nos separe, yo sentí ese abrazo sincero dentro de mi ferviente corazón.

Siento que el tiempo camina sin esperar ya casi tres meses y aun vivimos en medio de la incertidumbre por recuperar aquellos días que solo se quedaron en la mente para recordar, camino por las calles esperando encontrar aquellas sonrisas albas que miraba con tanta tranquilidad, pero este cruel destino los ha enterrado bajo la tristeza de un dolor mundial, no puedo imaginar un mundo sin su arma más real, esa que se dibuja en su cara y alumbra al caminar, quisiera arrancar ese miedo que nos invade, pérfido mal que nos somete, robando nuestros semblantes y transformándolos en yermos indiferentes. Me cuesta entender lo sucedido, mientras todos al unísono me gritan muy pronto estaremos unidos, la escuela aún sigue vacía, el autobús ya no presta su servicio, el obrero trabajador ha detenido la obra, todos buscando alcanzar el fin de nuestro tormento.

Hoy mientras escribo la realidad que vivo, veo pasar las nubes y pienso ¿cuál será mi destino?, si mañana seguiremos vivos para salir a pasear con mis amigos, si el abrazo ya no será prohibido por el miedo de contraer el virus o los sueños prohibidos por pensar que todo está perdido, que las luchas no se paguen, ni las sonrisas desaparezcan pues aún vive la esperanza para aliviar las peripecias.

-Los sueños no se desvanecen en medio de los problemas dentro de él se gestan para cubrir nuestras penas.-

MI LIBERTAD Y MI FUTURO:
FRAGMENTADOS POR EL COVID- 19
Autor: Adrián Azocar

Marzo 2020

Eran las doce y cuarenta y cinco de la tarde, de un frío viernes de marzo, en Cuenca, Ecuador. Cerré el programa de la computadora y levanté la mirada, notando que la mayoría de los estudiantes aún no acababan el simulador del examen.

–Disculpe, profesora –expresé con voz ronca, alzando la mano para llamarla atención de la docente–. ¿Puedo retirarme ya? Falta poco para la salida yya completé las actividades.

–Espere un momento, por favor –respondió ella, haciéndome un gesto conla mano para que me volviera a sentar, ya que me había puesto de pie.

Yo estaba eufórico, extasiado por haber terminado el último simulador antes del gran examen que diría si me graduaba o no, que me daría un lugar en una universidad, aunque no esperaba lo que iba a pasar a continuación.

Sin más, la profesora de Biología entró al aula, llamando la atención de mis compañeros. Sus ojos pasearon por cada estudiante, hasta posarse en mí. Con el ceño fruncido, ojos llorosos y voz quebrada, anunció–: Estimados estudiantes, el país ha entrado en estado de emergencia por la ya conocida enfermedad, el COVID-19. A partir de hoy, trece de marzo, se hace obligatorio el confinamiento al hogar, o aislamiento sanitario, para evitar el esparcimiento del virus.

Mis amigos buscaban mi mirada para verificar si habían oído bien. Otros arrugaron la nariz, intentando digerir la información. Con un suspiro de desasosiego y mi corazón latiendo velozmente, el mundo se derrumbó a mi alrededor. El distanciamiento social había comenzado.

Abril 2020

Quince días habían pasado desde la última vez que había puesto pie en la Unidad Educativa, mientras entrábamos al cuarto mes del año. Mis esperanzas por volver a clases estaban altas, y mi ansiedad y desesperación empeoraban cada vez más.

Pasaba mis días leyendo y haciendo ejercicios, haciendo un día sí y un día no las tareas que enviaban mediante redes sociales, para luego tomarle fotos y enviarlas como evidencias a los profesores.

Además de lo anterior, practiqué un deporte, creé una rutina de cuidado de la piel, dibujé, fabriqué tableros con cartón, hice manualidades, y hasta me inventé un juego de mesa.

“Si algo de la humanidad sobrevive –me dije, una tarde de aburrimiento–, esto será conocido como “La Pandemia por el Coronavirus 2019-20”. Parece pura ficción, pero es la verdad. Y yo que me preocupaba por un examen que aseguraría mi ingreso a una buena universidad”. El país estaba en caos y no creía que nos fuésemos a recuperar pronto.

La cuarentena, el confinamiento, el aislamiento sanitario, o como se le diga, me hizo mal. No sentía nada. No sentía emoción, ni tristeza. No me sentía expectante, ni decepcionado. No me sentía deprimido, ni eufórico.

Extrañaba sentir la felicidad, esa esperanza por un futuro. Pero en ese momento, no había ese deseo por ser alguien en la vida; solo existía el instinto de supervivencia.

Mayo 2020

Los días, tan monótonos, parecidos e insignificantes, bien podrían no haber pasado. Pero sí pasaron. Un mes y medio en cuarentena, y yo ya había entrado en una especie de trance: Dormir, comer, hacer tarea, llorar, salir a comprar lo básico para sobrevivir, limpiar, dormir otra vez.

Mi familia había llegado a un acuerdo tácito, en el cual no nos molestábamos los unos con los otros, hablábamos solo lo indispensable e intentábamos ayudar a los demás.

Mi hermana y yo pusimos nuestras mentes a correr, y nuestra imaginación logró que empezáramos nuevos proyectos, a corto plazo y a largo plazo.

También me puse en contacto con viejos amigos y conocidos, así como también me puse al día con mis allegados, así que algo bueno salió de este confinamiento.

Y las cosas por fin dieron un gran giro, con la noticia de que las tareas que habíamos estado haciendo desde marzo, con una fecha de entrega y una metodología innovadora: Diez portafolios de trabajo, que serían la mitad de la nota para el año escolar, y que dirían si mis compañeros y yo nos graduábamos o no.

Entonces empezó el inicio del fin: Durante cinco días, me dediqué a completar las actividades que no había hecho, a realizar las nuevas que enviaban, a ordenar y organizar todo en diferentes carpetas y archivadores, hasta que el tercer martes de mayo, entregué los portafolios.

Con nervios y mucha expectativa, entregué los diez portafolios que valdrían como el cincuenta por ciento de último año de bachillerato, que darían un “sí” definitivo a mi tan esperada graduación.

Junio 2020

Dos meses y veintiún días luego de aquella mañana de simuladores de pruebas y anuncios que cambian la vida, veo que el panorama es más claro y más feliz. Veo que todos esos días no debí dar todo por perdido, pues hay una luz al final del túnel, y mi graduación está cada vez más cerca.

Yo no creo que esta pandemia sea un castigo divino, como muchos han opinado. Yo creo que la madre naturaleza por fin se ha cansado de la plaga que somos los humanos, y está reclamando lo que es suyo. Está tomando venganza por sus hijos, los animales, de los cuales constantemente abusamos. El planeta Tierra ha pasado mucho tiempo sometido a nuestra contaminación y nuestra falta de respeto y de interés, pero ya no se dejará más. Se deshará de nosotros los humanos y prosperará, bella, imponente, poderosa, como antes.

Y mientras eso sucede, tendremos que adaptarnos y salir adelante. Tener esperanzas, metas, ser felices, amar y dejar amar. Sobre todo aprender de nuestros errores, crecer, trabajar duro para alcanzar los objetivos personales y hacer del mundo un mejor lugar, para las próximas generaciones y para nosotros mismos.

¡ADELANTE FAMILIA, LOS DÍAS DE DIOS SON PERFECTOS!

MONSTRUOS DE CUARENTENA
Autora: Daniela Alejandra Ochoa Diaz

Mi nombre es “nadie” y soy una persona emocionalmente inestable. Sufro de ansiedad y depresión. El confinamiento ha sido muy difícil para mí, ya que, son muy pocas las cosas que puedo hacer en mi casa. Mis ataques de ansiedad, mis pesadillas, mis ganas de dejar de existir, y toda mi negatividad se volvió más frecuente durante el aislamiento. Aún más, cuando una persona muy importante para mí, se fue de mi vida. Fue muy difícil tratar de fingir estar bien. A fin de cuentas, no quería que nadie notara lo rota que estaba. Para mí, siempre fue muy fácil ocultar mis sentimientos, pero esta vez no pude. Sentía que cualquier cosa que escuchaba o veía se relacionaba con esa persona. Me aislé totalmente de mi familia, solo salía para comer e ir al baño. Prefería estar encerrada en mi mundo ahogándome en lágrimas. La cuarentena no me dejó ni me deja salir a distraerme, ni a ver a mis amigos. Esto causó en mí un ataque de ansiedad tan fuerte que llegué a hacer cosas indebidas. Llegué a cortarme los brazos con una Gillette. El confinamiento me está asustando cada día más. Ha sido la peor etapa que he tenido que pasar, he tratado de expresarme mediante dibujos y cartas, pero la ansiedad no se va, es como si se apoderara de mí e hiciera lo que quiera conmigo. Me hago daño yo sola. Puedo tener todo el apoyo del mundo y aun así siento que no tengo a nadie, estoy sola, vacía, triste, no puedo volar.

Mis inseguridades se alimentan todos los días. El miedo a ser juzgada por la gente me pone mal. Muchas personas pueden decir: “Contrólate, solo pon de tu parte, tu puedes”. No es fácil. No es fácil controlar un ataque de ansiedad. No es fácil controlar una crisis emocional. Esta enfermedad mental es un monstruo que me está matan lenta y dolorosamente. Es difícil fingir que día a día todo está bien, cuando en realidad todo dentro de mí se está cayendo a pedazos.

Solo quiero superar todo esto y volver a ser la misma niña feliz y llena de alegría que era antes.

PARANOIA DE MEDIO AÑO
Autor: Juan José Urgilés

¿Vacaciones? En un principio eso parecía, de hecho, todos nos emocionamos al saber que por lo menos tendríamos un par de semanas para gastar espléndidas horas en dormitar, divertirnos un poco y al cabo de unos días regresar a los salones de clase. Pero la situación se tornó turbia, la nueva década nos enseñaba una rebosante sonrisa, que en realidad escondía malicia y falsedad, pero no siempre todo es pésimo… ¿o sí?

Lo que nadie vio venir, fue algo sorprendente en un principio, completamente novedoso para una nueva generación inmersa en las directrices tecnológicas las 24 horas del día. Una tal “cuarentena” que nos encerraba a todos en casa, personalmente, ni siquiera me asomaba a la ventana, el alcohol desinfectante era mi escudo, frotar mis palmas entre jabón y agua una docena de veces al día me reconfortaba y me brindaba cierto donaire de calma ante mi inexorable pánico …”pandemia”,”crisis”,”emergencia”, hacían reverencia ante aquel desastroso virus, ¡uff!, apenas puedo mencionarlo, su nombre está por todas partes, y me causa claustrofobia, no lo puedo escuchar, mucho menos saldría de mi boca, sería un pecado…

La primera semana de encierro acariciaba el amanecer del domingo, mi cómoda pieza era mi entorno, el alimento era la única excusa para librar las cerraduras de mi puerta, permitir que el aire fluya y acomodar con desgano mis sábanas destartaladas. Como de costumbre, un televisor era mi acompañante, su deber era entretenerme y angustiarme al tiempo con la odisea global que de a poco parecía avanzar; de hecho jugaba en mis pensamientos mientras el número de víctimas ascendía, suena un poco desinteresado de mi parte, pero nadie negaría que es un placer percibir cifras mayores, te hacen sentir un campeón ¿o me equivoco?.

A la par de los contagiados, parecía correr el tiempo, Marzo cerraba tan rápido como un intenso parpadeo de abrir y cerrar de ojos. Las telecomunicaciones eran el punto central, la ciencia de igual modo, los humanos por fin le dimos un uso inteligente a las invenciones: en vez de que una pantalla nos controle sin permiso, ahora nosotros nos permitíamos vanamente. Una vez más mi habitación era mi caverna, sólo hacía uso de mi teléfono, indispensable para seguir mi camino escolar, que no se detuvo a pesar de todo, más bien en este punto, mis esperanzas de “hibernar” dieron un tremendo giro; no había otra cosa distinta a tarea en mis notificaciones; además, la video llamada se convirtió en nuestra figura individual ante los demás, temporalmente, pero casi como un estilo de vida completamente nuevo. Aún no me acostumbraba, odiaba el hecho de integrarme a está horrible normalidad, aquel nefasto germen punzaba mi sensibilidad, lo aborrecía con tanta fuerza vital, que me volvía demente, lo temía y sus macabros actos alrededor del mundo me espantaban, al punto de sentirme en su presencia.

En un santiamén ya me encontraba en Abril, tal vez los números mentían, pero parecía que la emergencia brindaba sus mas agrios frutos, la humanidad hirió tan contundentemente a la naturaleza, que ella respondió, con la intención de respirar y abrir la mente humana hacia lo que importa verdaderamente, por esa parte, puede que en realidad yo respalde este estado y lo considere una lección, de esas que se necesitan de vez en cuando para mejorar y seguir adelante…Durante este mes las cosas marchaban distintas, particularmente me sentí atraído por ayudar a vencer al enemigo, no podía nombrarlo aún, pero quería enfrentarlo y derrotarlo, poder finalmente aceptar esta etapa y vivirla como cualquier otro, sin temor, ni preocupaciones. A pesar de ello, me fregaba las manos unas 12 veces al día, mi habitación estaba desorganizada, pero el alcohol desinfectante no se iba de mi lado. Mis padres se empezaron a preocupar por mí, dormía a deshora, me alimentaba indistintamente, sin embargo las tareas estaban completas y puntuales; cuanto anhelaba la luz del sol en mis mejillas, divertirme con amigos a la salida del colegio, todo eso se desvaneció de un instante al otro…

Pasó un mes desde aquellas sensaciones profundas, no les di gran interés, me dispuse bajar a la cocina y preparar un delicioso chocolate caliente para combatir el frío, entonces ingresé a la clase virtual que duraba apenas cuarenta minutos y me dirigí a recostarme un momento, me sentía un poco débil, creí que sería el cansancio. ¡Oh sorpresa!, más tarde tenía una enorme presión en el pecho y casi no podía hablar, estaba muy asustado, la sintomatología era cada vez más grave y al instante todo parecía ir acorde a aquel horrendo virus que no podía nombrar aún…Mi padre vino a socorrerme sin creer todavía lo que pasaba ¿cómo era posible un contagio sin siquiera haber salido? Todo era muy extraño, pero no fuimos al hospital, decidí que no era buena idea. Al cabo de un rato, el estado era complejo, unos médicos llegaron hasta mi recámara con unos artefactos extraños, apenas distinguía qué era. Tomaron unas muestras de fluido nasal y en cuestión de segundos la prueba resultó negativa ¿pero cómo? Creí que en realidad estaba al borde de internarme en un hospital…

La respuesta a lo sucedido alumbró la noche, recordé que no encendía la televisión un mes al menos, y al estar en reposo, deduje que podría disfrutar de ella. Por fin ojeaba mi televisor, la desgracia tuvo que llegar cuando comenzaron las noticias, y lo primero, obviamente, una nota sobre el “cor…”, ¡no puede ser, no lo debo decir! Mis pálpitos aceleraban cada vez más, ¿qué estaba pasando? dolor corporal, el pecho se cerraba, ¿tos? ¿estornudos? , no podía escuchar más.

¿Estaba contagiado realmente? No. Sólo era paranoia. Mi mente jugó con mis nervios, por lo que exhalé, me levanté y sentí vitalidad, pude fijarme que ese impulso de fe revitalizó todo mi ser. Corrí alegre hacia el comedor (olvidé comentar pero tampoco me sentaba a la mesa con los míos); mis padres abrieron los ojos, y me vieron como nuevo, decidí acompañarlos, charlamos como nunca antes

Hoy es 24 de Mayo, y si preguntan…pues si, todo está en orden, el tal “coronavirus” no me hiere, ni lo hará más, he decidido aprovechar mi vida porque según yo “El peor enemigo somos nosotros, pero si vencemos, no habrá fronteras”

RAZÓN DE VIVIR

Mi nombre es Shloma soy una muy orgullosa madre de familia. Tengo tres pequeños gatitos que dependen de mí. Cuando llegaron al mundo fue el día más feliz de mi vida, aunque me hubiera gustado tenerlos en mejores condiciones: tuvieron que nacer debajo de una gran caja de madera. Recuerdo que antes de que ellos lleguen yo solía ir buscando cajas pequeñas para dormir y sentirme segura; pero, desde que mis pequeños llegaron al mundo dejé de buscar distintos lugares para dormir y encontré uno particularmente hermoso. Es un pequeño cajón que por dentro tiene unas extrañas cosas peludas que son muy suavecitas y proporcionan calor.

Todas las mañanas yo dejo a mis pequeños gatitos ahí, les recuerdo que no se alejen y que si ven algún extraño se escondan y no hagan ruido, me despido de cada uno de ellos y voy en busca del desayuno. Voy a una gran caja, realmente gigantesca y siempre con olor a pescado. No sé qué nombre tiene, pero yo la llamo “Pescado Feliz”, porque, siempre que voy, un buen hombre sale y me da una porción de pescado; luego, me acaricia, siempre que lo hace, mi cuerpo empieza a vibrar y a producir un sonido muy extraño; no estoy segura de lo que pasa, pero me encanta; por eso considero al buen hombre como “mi persona”. No puedo decir lo mismo cuando sale una humana pequeña que siempre me molesta, me persigue y me asusta mucho. En fin, lo importante es que conseguí la comida para mis pequeños.

Así fueron los últimos dos años, pero un día me encontré con la “Pescado Feliz” cerrada. Empecé a angustiarme, arañé la puerta, maullé con todas mis fuerzas y, a pesar de ello, nadie salió; fue desesperante; resignada, tuve que ir a buscar comida a otro lado. Entonces, algo extraño sucedió: los humanos habían desaparecido, o casi: dos o tres pululaban por las calles desiertas.

Pasaron días y noches; cada vez eran menos, por cada calle, por cada parque, en cada avenida. El mundo como antes se volvía nuestro, aparecían saltamontes que cazar, ratoncitos deliciosos con viscosos huesos que morder, pequeñas serpientes que para nuestro apetito eran un deleite.

Sin humanos interrumpiendo nuestras vidas, corriendo tras de nosotros, gritando con sus horrendas voces, el mundo parecía seguro. Fue entonces que tomé la gran decisión. -Shloma, me dije- los pequeños están listos para salir de la pequeña caja, hay un mundo seguro acá afuera. Esas ruidosas cajas que circulan por las avenidas se acabaron, están estáticas, no he visto a ninguno de mis vecinos muertos en las carreteras, hay silencio, pero sobre todo: ¡el deliciosos y fresco aire ha regresado!…Entonces decidí sacarlos. Aquel día fueron felices, corrían y jugueteaban, cazaron ratones y jugaron con sus mórbidos cuerpos peludos y estáticos. Luego sus mandíbulas los apretaban y por fin tragaron sus presas. Mis pequeños han crecido, me susurré.

Pasaron semanas así, llenas de paz y con el mundo a nuestra disposición. Pero la fatalidad estaba tan cercana. Una noche, en las calles caminábamos sintiéndonos felices, cuando de pronto, un humano se desplomó sobre dos de mis hijos. Era un gran humano, no nos percatamos de su sombra, nos acostumbramos a su ausencia, los creímos desaparecidos. Trate de evitarlo, pero no pude. Simplemente se desplomó. ¡Humano desprevenido que no miró dónde poner su muerte!

De repente y de forma inmediata, se prendieron luces de todas partes, y comenzaron a salir, cientos de ellos, como los ratones de las alcantarillas cuando huelen la putrefacción de las frutas en el mercado. Y sus rostros llenos de curiosidad se opacaban frente al reflejo de extraños aparatos que en sus manos se mantenían estáticos.

Después de pocos minutos una de esas cajas rodantes con enormes luces llegó, cercó el lugar y arrojó un líquido blanquecino de olor parecido al eucalipto y dos humanos con trajes blancos recogieron al hombre que cayó sobre mis hijos. Se lo llevaron y todos los demás humanos susurraban algo de un virus, un fantasma, un enemigo invisible. “Pobre hombre- decían”.

Y como siempre, la naturaleza humana se cegó ante la muerte. Cuando todos se guardaron en sus cajas, me acerqué a mis pequeños y con la ayuda de mi última hija los cogimos de su cuello, arrastramos sus cuerpos a una higuera e hicimos un gran hueco que sirva para su cobijo. Maullamos toda la noche.

La gran luna acompañó nuestra tristeza. Después de ello sigo pensando. “Los humanos deben continuar metidos en sus cajas”

Si de pesadilla hablamos…

Enero 2020, el Sol en su máximo esplendor, de pie mi esposa estaba, mientras que en la radio se escuchaba de un nuevo mal que llegó, sintió ella que el alma se le escapaba a lo que repliqué “esto es falso, nada creo yo”.

Así empezaba el día, recogí mis implementos, abandoné mis aposentos y a mis labores emprendí, cuando llegué mis compañeros no paraban de charlar, acerca de lo que ya había escuchado, el nuevo virus.

“Aquí se trabaja, no se chismea” repliqué, me senté frente a mi computador y así pasé las horas presionando teclas y realizando tablas; al terminar la jornada regresé a mi morada, mis vástagos me esperaban felices pero hablando de lo mismo, pensativo a dormir marché, empecé a discernir lo sucedido, sabiendo que era menester cuidar a quienes amaba y apreciaba.

A la luz del alba indagué pero ya ninguno deseaba hablar, pues me refutaban que mi carácter había cambiado y perdí mis cabales, llegué a casa furioso, me acosté y no quería saber nada del mundo; así pasaron los días llenos de intriga.

Llegó febrero y la mayoría ignoraba lo que ocurría, pasaba el tiempo y nada se oía, muy pocos aportaban información de lo que yo deseaba saber, esas personas serían las que se salvarían de lo que en un futuro sería “la pandemia”.

Marzo, mes que no olvidaré, en los medios se confirmaba la existencia de esto que me atormentaba por ya mucho tiempo; desviviéndome por cuidar de mi familia, pero ya era muy tarde, los síntomas vacilaban al amor de mi mi vida, reaccioné y marché hacia un centro médico cercano, -el nombre de quién coquetea a su mujer es COVID-19-, exclamó el del mandil.

Indignado con el invasor de quien me enamoré, a nuestro refugio volví y mientras caminaba rezongaba por el estado crítico al que habíamos llegado, el mundo se volcaba por provisiones como que el holocausto se acercaba.

Llegué a mi zona segura, mi casa, mi familia, y entonces ordenaban “aislamiento social”, todo parecía indicar que entre nosotros nos estábamos atacando.

Transcurrían las semanas, mi guerrera en una camilla postrada, luchaba frente al invasor que al final vencer no pudo, el infeliz me la arrebató y consigo se llevó el amor y el querer que mi corazón portaba, pero algo divino me dejaba, los retoños de su alma pura, el mejor regalo que Dios me ha otorgado, pero que de igual manera este malvado me robaba.

El confinamiento continuaba, la depresión me consumía mientras la invasión mi mundo derrotaba, la población desaparecía en una lid descarnada; los únicos que no sufrían creo eran los animales, de los que un gato y un perro me quedaban.

En busca de provisiones una tarde salí y estando afuera con la ausencia de la gente me encontré, ningún individuo estuvo allí, cuando por detrás una extraña figura se asomó, que por la ausencia de la luz no podía distinguir, era un maravilloso ser que paz me trasmitió cuando pude sonreír supe que era Dios y entonces la pesadilla terminó y al despertar me di cuenta que nada de esto sucedió.

Siete de cuarenta (crónicas de la cuarentena)

El primer día: dormí con la esperanza de que me despierte con una buena noticia. Porque, si bien trato de que la esperanza no decaiga y de mantener el buen humor, me siento muy cansada de que a mi alrededor todo sea tan oscuro que sea así por la situación; sí parece demasiado exagerado, pero en realidad para muchos sus días son así, oscuros, ya que se dan en cuenta de la magnitud del daño de esta situación… tantas personas muriendo, tantas personas pasando hambre.

Me despierto con dolor de cabeza y quiero seguir durmiendo, pero no porque esté especialmente cansada, sino porque no quiero que llegue ese momento de coger el celular y empezar a leer tanta tragedia. Y sí, yo estoy bien, mis padres y hermanas están bien, en casa, respetando estrictamente la cuarentena, pero ahí afuera es un desastre y nadie puede vivir feliz de esta manera.

Segundo día: veo que hay políticos sacando un macabro provecho de lo que estamos viviendo. Provocando que los escenarios de pánico crezcan y creando caos y confusión en las personas. Vamos a tener que revisar la formación ciudadana que estamos dando a nuestros hijos en casa y en los colegios. La educación formal, los colegios, las universidades, van a tener que plantearse, como instituciones, qué es lo que pueden hacer para que quienes dirigen nuestros destinos sean personas a las que les importe, como mínimo, la vida de todos nosotros pero que llegue el día en el que me despierte con una buena noticia. Porque, si bien trato de que la esperanza no decaiga y de mantener el buen humor, me siento muy cansada de que a mi alrededor todo sea tan oscuro. Qué puedo decir sobre quienes se lucran vendiendo medicinas y alimentos a precios tres o cuatro veces más costosos de lo regular. Entiendo perfectamente la ley de oferta y demanda, pero cuando es vida o muerte, ¿en serio nos vamos a poner a pensar tan fríamente el asunto? ¿Y si quien necesitara esa medicina que cuesta normalmente 340 dólares y hoy la vendieran a 1200?

Tercer día: se podría decir que cada vez estamos peor pero no siempre es bueno verlo por el peor lado si no sacar lo bueno…esto es muy penoso, en realidad no sé nada de mis familiares especialmente de mi abuelita esto me da demasiada nostalgia… ni siquiera saber si está bien me preocupa pero hay que tener fe en Dios.

Cuarto día: estoy cansada de la rutina que consiste en levantarme, desayunar, hacer deberes, almorzar, seguir haciendo deberes o tomarme un tiempo y después a dormir; ya es normal pero ya aburre lo que me pone feliz es ver demasiada gente como doctores, enfermeras, policías etc…, luchando para salvar las vidas de cientos de personas a todo este tiempo me ha dado momentos para pensar en que la vida puede ser tan sorpresiva que en un momento puedes estar afuera disfrutando y en cuestión de segundos adentro esperando que digan ya todo esto terminó.

Quinto día: en estas situaciones extremas lo irracional manda. Pero eso no tiene por qué ser dramático. Esta mañana, mientras escuchaba un programa de radio, los conductores comentaban aquellas necesidades extrañas de la cuarentena.
Uno de ellos mencionó al papel higiénico y ahí comenzó el debate. Yo estoy a favor del que prefiere el papel toalla o rollo de cocina. De hecho, con o sin coronavirus, no puedo vivir sin él. Lo uso como servilleta, para absorber el aceite, para secar algo que se chorrea, te suenas la nariz y hasta puede reemplazar al papel higiénico. Es así, no me siento segura si me quedo sin rollos de papel toalla. Además, empecé a releer un libro y de a una página o dos por día lo voy logrando. No así con el ejercicio. Lo siento, no puedo ser perfecta, lo único que estoy ejercitando muchísimo en esta cuarentena es la mandíbula. Pero bueno, ya vendrán tiempos de volver a caminar entre los árboles o hacer paseos entre los árboles. De volver a disfrutar las piscinas y las canchas de fútbol, tenis o vóley. Ahora nos toca disfrutar el Scrabble y las series.

Sexto día: me he puesto nuevamente a pensar en que hay algo que tengo muy claro: el coronavirus, la pandemia, la cuarentena y todo esto que estamos viviendo será, para mí y para mi familia, un momento de gran aprendizaje. Estamos aprendiendo sobre dolor y angustia, sobre cómo lidiar con ellos estando separados y, de algún modo, lejos de los que queremos. Quizás no lo veamos, pero eso, a la larga, sí nos hará mejores personas. Pero hay algunas lecciones concretas que se van despejando en medio de tanta nube de incertidumbre Este es mi mantra, todo pasa. Todos hemos librado batallas durísimas en nuestras vidas y hemos salido más o menos averiados de ellas. Pues, muy bien, esta es otra de esas peleas que pasará. Hay que seguir viviendo la cuarentena un día a la vez, pero con fe en el futuro, sabiendo que algún día el COVID-19 será un recuerdo del que habremos salido más sabios y fortalecidos.

Séptimo día: la familia ha convivido mucho más pero seguimos con la angustia aunque no parezca pero la tenemos y nos seguimos preguntando cómo estará la abuelita, cómo estará la tía y así pero lo que nos mantiene de pie es que en la casa todos estamos bien; en realidad a mí no me gusta prender la televisión prefiero hacer otra cosa como dibujar que lo estoy haciendo nuevamente: dibujo rostros, es una afición, me encanta hacerlo y ahora en este momento he dibujado demasiado. Eso es algo bueno, quiero hacer cualquier cosa menos prender la televisión, no quiero ver tanta gente muerta, no quiero ver lo que especialmente está pasando en Guayaquil pero bueno… a ver cuánto tiempo habrá que esperar para salir de esto.

PANDEMIA MENTAL
Autor: Agustín Flores Jarrín

Porque un encierro mental es el séptimo piso del infierno
Donde la gula, lujuria y traición es un juego de niños
Ya que el peor pecado es odiarse a uno mismo
Lo penoso es que es tan común como hojas en el piso otoñal

Cuando tu cerebro grita y la cornisa te seduce,
El espejo te escupe y tu vida se reduce.
Estar encerrado con uno mismo es duro
Sobre todo, cuando eres débil y testarudo

La enfermedad acabará
Pero la mental prevalecerá
Un millón de desvíos con centenares de problemas
Me disminuye a diario y me convierto en miseria

Esta tortura me golpea y vence
Mi bienestar vuela y se desvanece
Mi vida desaparece
Yo soy mi enemigo, aquel beso que me crucifica
Es duro cuando yo soy la persona que más me critica

Un saco de huesos sin moral
Una bolsa de carne, con la vida como charcutería
Una mente maltratada y una vida no deseada
Un simple humano seducido por la muerte

Un día así
Autor: Bryan S. Silva

Como todo amanecer, impredecible, esperando a irradiar de su esencia a los dormidos. Despierto, esto no me ha impedido dar disfrute de su calor. He encontrado suficiente belleza en mis sueños, mi realidad mejora, y justo ahí…doy conmigo. ¡Despierto en el confinamiento! Estos dos pequeños ojos no me dan para ver tanto despertar. Cada… comida… diferente…

Un cuartito reducido me acompaña, pero no tanto como mis ideas, ahí se expande mi hogar. Esto me alimenta y preocupa a la vez, el tiempo nos cuida y castiga, pero bien sé que de nada sirve pensarlo demasiado. La conciencia me acompaña en estos fúnebres y recordados días. Me sobran segundos para hacer el bien y más para olvidarlos y continuar con mis tareas.

Agustín, siento dejarte sin aviso que este reporte cuarentenal es para ti. Lo siento, es que nunca me han dicho que esto es un nuevo período. Rara vez me olvido de escuchar y eso, amigo mío, hace vulnerable a cualquiera a equivocarse. De lejos veo como las palabras pueden ser ya vacías para algunos, pero las mías aún se rellenan de tanto que estoy por aprender.

Corregir sin afecto, tú, Agustín, sabes lo impensable que es, y déjame decirte que yo lo he pensado. No sé si pueda ver más allá de lo que la sabiduría me permite, pero sé lo malo que es guardar rencor y que las paredes del dormitorio te lo recuerden constantemente. No me imagino ese sufrimiento. ¿Quién sabe lo malo que es el rencor en cualquier tiempo?

A ese rencor, te digo, hay que darle posada, después se va, y si lo hace se te lleva todo y después te acusa de ladrón. No soy perfecto y aunque hablar de lo malo no es necesario, lo bueno parece irse olvidando.

Confidente mío, ¡No me he olvidado de ti al escribir, porque sé que puedes desaparecer si lo hago! Ni con tantas personalidades que ahora poseo, he permitido que se diluya ante mí lo bello que ahora presencio, mi familia, sabrá que no soy el único, pues no he visto a nadie salir de viaje y huir de ese amor bien fortalecido. No quiero y sé que con querer no es tanto, pero consciente estoy que el deseo conduce a algo mayor que estas ‘‘murallas’’ terminen de ser algo maravilloso a un tormento diario.

¡Qué inverosimilitud Agustín! Un chiquillo de ocho añitos te da consejos, eso pasa por querer hospedarte conmigo, en la mente. Hay de todo, quizás el exterior sea el restringido y no nosotros.

No pienses que es una carta, es un pequeño aviso de mis días, querido, Te conozco tanto que mal haría al reclamarte esto a ti. ¡Lo recordé, claro que lo hice! ¿Qué clase de amigos universales seríamos sino? Tu sabiduría de no señalar y más bien sentirlo es difícil de explicar.

Ya he terminado, pero terminar siempre da nuevo comienzo a todo. Y aquí estoy, próximo a tu reporte.

Esta es mi tierra
Autora: Daniela López Paladines

Ecuador, una nación que se extiende por el oeste de Sudamérica, ha sido siempre admirado por la riqueza de sus paisajes, variedad de flora y fauna, que le permiten tener cuatro mundos en cada región. Ahora bien ¿Qué hay de su gente? ¿Cómo reaccionaron los habitantes frente a la pandemia?

COVID- 19, una enfermedad infecciosa que salió de Wuhan y llegó al mundo, pese a las prevenciones sanitarias que dio la OMS, que en su sitio web oficial, advertía desde octubre 2019: “Si tiene síntomas leves, como tos o fiebre leves: quédese en casa, aíslese y vigile sus síntomas. Siga las orientaciones nacionales sobre el autoaislamiento. Sin embargo, si vive en una zona con paludismo (malaria) o dengue, es importante que no ignore la fiebre. Busque ayuda médica”
(Recuperado https://www.who.int/es/emergencies/diseases/novelcoronavirus-2019/advice-for-public/q-a-coronaviruses?gclid=EAIaIQobChMIjvKwi_vb6QIVVODICh1pggMnEAAYASAAEgK7YPD_BwE)

Así los gobiernos de diferentes países tomaron precaución en aeropuertos e iniciaron campañas, enfocadas hacia el aseo personal como principal arma contra este virus. Sin embargo, el mundo testificaba horrorizado, lo que ocurría a partir de marzo 2020 en Italia, España y EE.UU, en donde los sistemas de salud, no daban abasto para la cantidad de infectados y muertos que se multiplicaban en forma alarmante:

PAÍSESFECHATOTAL DE CASOSFALLECIDOS
ITALIA5/03/202097.7503.246
ITALIA29/05/2020232.24833.229
ESPAÑA03/03/20201531
ESPAÑA29/05/2020238.56421.121
EE-UU24/03/2020382.10816.500
EE-UU29/05/20201.729.185101.963
Tabla 1: Evolución covid19. Autora: Daniela López. Fuente: www.diariosanitario.com

Los gobiernos locales en Ecuador, decidieron mantener normalidad en todos los ámbitos de la vida ciudadana, folletos con indicaciones sobre cómo lavarse las manos, fueron entregados a quienes viajaban desde aeropuertos internacionales; el rey de los deportes brilló en Guayaquil, el 4 de marzo y en medios de prensa se minimizaba la enfermedad global y se ignoraba la disposición del Ministerio de Gobierno, de suspender eventos masivos: “En sus redes sociales, la directiva de Barcelona publicó una infografía con seis recomendaciones, como medidas de prevención para que los aficionados que asistan al escenario se cuiden ante un posible contagio.

“Porque un hincha amarillo de verdad es un crack para cuidarse” (recuperado https://www.benditofutbol.com/barcelona/coronavirus-campana-barcelona-libertadoresprevenir.html) El resultado negativo, no fue el del partido, la derrota 3 a 0 sufrida por Barcelona, fue el inicio de muchas sorpresas nefastas para la ciudad y el país.

El l2 de marzo, el gobierno ecuatoriano, dictó medidas para evitar la propagación del virus, entre ellas fueron suspendidas las clases sin fecha específica de retorno; se dio la cancelación definitiva de eventos masivos, la interrupción de labores. Sin embargo esto parecía una exageración para la población, y la cuarentena fue violada por ciudadanos ecuatorianos, siendo instados por personajes de la pantalla local, para que visiten playas y lugares de entretenimiento público, argumentando que el COVID-19 era una completa falacia.

La ignorancia fue tanta que en menos de un día centros comerciales y farmacias fueron desabastecidos de antibacterial, alcohol, vitamina C, guantes, mascarillas, alimentos no perecibles y papel higiénico; demostrando así la falta de empatía y solidaridad entre el pueblo. Reporteros de televisión registraron la frase: “Este virus solo mata a viejitos”, que entrevistados de diferente nivel socio económico compartían como algo cierto, dando a entender que las personas de avanzada edad no tenían derecho a vivir, como si la muerte de un adulto mayor doliera menos. El sentido común sin duda estaba también de luto.

A finales de marzo se dio a conocer el colapso del sistema sanitario y funerario en Ecuador, se difundió a través de prensa y cadenas televisivas, el incremento de infectados en la nación:” Julio López, Viceministro de Gobernanza y Vigilancia de la Salud del Ministerio de Salud Pública, informó que las personas contagiadas con COVID-19 en Ecuador es de 2240 contagiados y 75 personas fallecidas (51 en Guayas).” (recuperado https://www.eluniverso.com/noticias/2020/03/31/nota/7800636/casos-coronavirus-ecuadormarzo-31-11h00-2240-contagiados-75), pero tal parece que esos datos no fueron suficiente, las personas seguían saliendo y el virus avanzando.

Hablando del sistema funerario, debido a la escasez, se ofrecieron ataúdes de cartón y la gente molesta no los aceptaba, no se tomó en cuenta que si se recurrió a eso, fue porque la ignorancia abatió al pueblo ecuatoriano, que cayó víctima de su exceso de confianza: “al comienzo nos hicimos cargo de 30 personas diarias; hoy son cerca de 150 personas al día las que son recogidas” (Moreno, 2020).

Cuando se dice “países en vías de desarrollo” no se califica su economía o su avance financiero, se valora la falta de consenso de su población, ya que como se mencionó antes, la ausencia de sentido común gobierna al país. Aún está presente el hecho de haber cruzado la barrera del regionalismo, cuando se hablaba de que si muere la gente en la costa, era por necia y el único efecto grave sería que el equipo de Barcelona se quedaría con menos hinchada. Al poco tiempo, el virus recordaría a quienes se expresaron de esa manera que nadie es inmune, y Quito se volvería centro de atención: “El 23 de abril, en el informe del COE Provincial se registraban 50 muertes por COVID-19 Quito, desde el inicio de la pandemia; en el informe del 23 de mayo el registro señala 243 decesos. En promedio, la ciudad registra 4 muertes por covid-19 al día”. (recuperado:https://www.elcomercio.com/actualidad/quitocoronavirus-coe-contagios-muertes.html. Si está pensando en hacer uso del mismo, por favor, cite la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. El Comercio.com

Y así avanzamos los ecuatorianos, como testigos de una época llena de contrastes, donde los intereses políticos pesan más que los derechos humanos; los problemas de inseguridad, desempleo, violencia doméstica, tienen lugar en memes que circulan en redes, quizá ratificando la inconciencia o justificando en el humor la falta de fuerza, no para exigir el cambio, sino para modificar nuestras actitudes y ser más dignos habitantes de esta hermosa tierra ubicada en la mitad del mundo, hoy centro de atención, porque no aprendemos a ser más disciplinados, solidarios, humanos.